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Raimundo Fitero

El recuento

 

El suicidio sigue siendo un tabú. El suicidio político una herramienta que se diluye con sentimentalismo, se recubre con sospechas malignas y acaba convirtiéndose en una simple inquietud no compensada. En el recientemente celebrado Congreso Mundial de Psiquiatría que tuvo lugar en Bilbao, se ofrecieron datos estadísticos que aseguraban que de los nueve suicidios que se producen al día en el Estado español, tres son por causas derivadas de la crisis económica. En la misma estadística referida a Euskal Herria, señala que cada dos días hay un suicidio. Antes los suicidios se ocultaban por prejuicios religiosos. Ahora por culpa de los seguros de vida donde están excluidas las indemnizaciones si el fallecimiento es voluntario.

Todo esto ha saltado a la vista de la concurrencia porque en Granada, un hombre de cincuenta y cuatro años se ha suicidado instantes antes de que la comitiva judicial y su acompañamiento policial llegase a su comercio para desahuciarle. No admite muchas dudas la relación causa-efecto, pero imaginarse la escena del hombre colgando y los ejecutores llegando a pedirle permiso para rematarlo, produce un escalofrío. Se asemeja mucho a una situación increíble, paródica, pero este ahorcado ya forma parte de esta historia reciente de la desesperación, de la sinrazón, de la bancarización por encima de cualquier otra consideración política o humanitaria. Se rescatan bancos a costa de estas tragedias. Y el poder judicial y las fuerzas del orden están, como queda claro, al servicio del capital, no de la ciudadanía. Fíjense en las imágenes de la puerta del comercio al que iban a embargar, porque las darán muchas veces y se percatarán de que se trataba de una papelería y kiosco de venta de prensa. Parece como si estuviéramos viendo un encadenado de secuencias que llevan a ese vacío que se nos anuncia, en donde los medios de comunicación están sufriendo un debilitamiento estructural grave y se están convirtiendo en unas tablillas de anuncios de una cafetería o en las paredes de los urinarios de los institutos, cuando no en boletines de información interbancaria. Tendremos que hacer cada mañana el recuento, porque el paro crece, y crece y crece.