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Gorka Elejabarrieta | Responsable de Relaciones Internacionales de la izquierda abertzale

La Unión Europea en el espejo (I)

Al igual que ocurre con la de los estados, la implicación de la UE en la resolución del conflicto será la consecuencia de diferentes factores incluyendo la efectividad de nuestra actividad diplomática, la presión internacional, la actitud de los estados, pero sobre todo de la determinación del conjunto de la ciudadanía vasca de llevar la resolución del conflicto hasta el final

Versionando la famosa canción de Kortatu diría que «Euskal Herria esta entre rejas y a la Unión Europea le han concedido el premio Nobel de la Paz». Al hilo de esto me gustaría analizar el papel que la Unión Europea debería jugar en la resolución del conflicto en Euskal Herria, rol que por otra parte no ha tenido hasta el momento. Euskal Herria está dentro de la UE y sus habitantes, sean estos de Nafarroa, CAV o Iparralde comparten entre otras cuestiones que son a su vez ciudadanos de la UE, con los derechos y obligaciones que ello implica.

Hablamos del último conflicto armado dentro de la Unión y por todo ello resulta evidente que tanto el conflicto político como su resolución son cuestiones que atañen de manera directa también a la UE. Esta no es un actor externo al conflicto pero tampoco está tan directamente ligado a él como lo están los estados español y francés o la propia Euskal Herria. Como tal, su implicación y objetivos deberían de ser promover la resolución del mismo, buscando puntos de encuentro entre las partes y promulgando un escenario con el que todas las partes se sientan satisfechas.

La consecución de la paz debe ser beneficioso para todos los actores y en ello la UE podría jugar un papel determinante. Para ello tiene que dejar de ser defensora a ultranza de los intereses de los estados miembro (en nuestro caso los intereses de los estados francés y español) para pasar a defender los intereses de la propia Unión Europea. Y no tenemos ninguna duda al afirmar que la resolución del conflicto político en Euskal Herria es en interés también de la Unión Europea.

La concesión del premio Nobel de la Paz a la UE ha suscitado polémica y rechazo amplio por diferentes razones en las que no voy a profundizar en este artículo pero que me gustaría explicar próximamente en otro análisis. Me gustaría apuntar, eso sí, que en Oslo la sociedad civil, el movimiento por la paz, diferentes organizaciones políticas, así como anteriores galardonados con el premio Nobel de la Paz (Desmond Tutu entre otros) han mostrado su rechazo a esta concesión de forma enérgica y con mayor contundencia que en el caso de otras designaciones polémicas del pasado. En mi opinión no les falta razón.

El premio Nobel de la Paz, a diferencia del resto, se decide y concede en Noruega porque así lo detalló en su testamento Alfred Nobel. En ese mismo testamento Nobel detallaba de manera concisa que el premio lo debía conceder una comisión designada al efecto por el Parlamento noruego «a la persona que haya trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de procesos de paz» durante el año inmediatamente anterior a la emisión del galardón.

La Unión Europea no se ha destacado durante este ultimo año (en el pasado tampoco) en la promoción de ninguno de esos valores. Esta decisión resulta más sorprendente aún si tenemos en cuenta que es durante este último año cuando se han abierto de par en par las puertas a la resolución del último conflicto armado y político de la Unión Europea. La conferencia internacional de Aiete y la consiguiente decisión de ETA anunciando el cese definitivo de su actividad armada han creado un inmejorable marco para de una vez por todas poder alcanzar un escenario de paz justa y duradera en Euskal Herria.

Resulta evidente que la implicación de la comunidad internacional ha resultado determinante de cara a posibilitar este nuevo escenario. Durante años, la izquierda abertzale viene repitiendo que la Unión Europea podría y debería jugar un papel determinante en la resolución del conflicto en Euskal Herria. Pensamos que posee los instrumentos y legitimidad necesarios para hacerlo. Sin embargo, y por desgracia, la Unión Europea no ha jugado ni está jugando el papel protagonista que como actor parte le corresponde en la promoción de un proceso de resolución dentro de sus fronteras.

La izquierda abertzale lleva años intentando cambiar esta posición de la Unión Europea, informando a las diferentes instituciones de la Unión sobre la necesidad de promover e implicarse en la resolución del conflicto político que todavía a día de hoy vive Euskal Herria. Desde que en enero de 2006 un grupo de eurodiputados sin implicación directa en el conflicto decidiese la creación del Friendship «para la resolución del conflicto en Euskal Herria», son numerosas las actividades que este grupo y sus eurodiputados han realizado y realizan para la promoción de una corriente de opinión favorable a la resolución del conflicto vasco en las instituciones europeas. En octubre de 2006, en el único debate «oficial» que sobre el tema se ha realizado hasta la fecha en las instituciones europeas, el Parlamento Europeo aprobó una declaración en favor de la resolución del conflicto en Euskal Herria y pidió a las instituciones europeas, así como a los estados miembro de la Unión, que se implicasen en su promoción.

Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo y precisamente quien ha recogido el galardón en Oslo, era por aquel entonces portavoz del grupo socialista europeo y en aquel debate de 2006 afirmó que «la cuestión sometida hoy a debate es un problema europeo», para subrayar que «el diálogo iniciado representa una gran oportunidad. Suplico a todos que entablemos este diálogo juntos en una plataforma común respaldada por todos los Grupos».

La Unión Europea sí desempeñó y continúa desempeñando un importante rol en la promoción de la resolución del conflicto en Irlanda, y su apoyo es anterior a la consecución del acuerdo de Viernes Santo. Eso sí, estos esfuerzos contaban con el beneplácito de Irlanda y del Reino Unido. La Unión Europea, por otra parte, lleva un tiempo trabajando en la creación de los instrumentos necesarios desde el punto de vista humano y estructural para poder jugar un rol diferente en la promoción de procesos de resolución de conflictos, y está realizando este trabajo en colaboración con aquellos grupos que cuentan con la experiencia práctica y teórica necesarios en el campo de la resolución de conflictos. Esperamos que la creación de estos instrumentos implique la utilización de los mismos. Para ello se antoja necesario un cambio radical en las políticas de la Unión, cosa por otra parte bastante improbable a día de hoy.

En conclusión, la Unión Europea poco o nada ha hecho hasta la fecha para la resolución del conflicto en Euskal Herria. Hubiésemos deseado que este galardón se le hubiese concedido por lo contrario y de manera encima meritoria. Así y todo pensamos que la Unión Europea tiene experiencia positiva acumulada (caso irlandés), conoce de primera mano la situación del proceso de resolución en Euskal Herria y los desafíos a los que este se enfrenta, y se está dotando de instrumentos importantes en lo que se refiere a facilitación, mediación y promoción de procesos de resolución. Esperamos que todo ello junto con la responsabilidad que la consecución del Nobel de la Paz implica, ayude a promover en el seno de la Unión su implicación en la búsqueda de una solución justa y duradera al conflicto que enfrenta a Euskal Herria con los estados español y francés.

Ese es nuestro deseo, y no solo el nuestro, pensamos que ese es el deseo de la ciudadanía de la Unión Europea también. Porque no olvidemos que la resolución del conflicto vasco beneficia al conjunto de la Unión Europea.

Al igual que ocurre con la de los estados, la implicación de la UE en la resolución del conflicto será la consecuencia de diferentes factores incluyendo la efectividad de nuestra actividad política y diplomática, la presión internacional, la actitud de los estados, pero sobre todo de la determinación del conjunto de la ciudadanía vasca de llevar la resolución del conflicto hasta el final. Está en nuestras manos.

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