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«Habemus» renuncia

Benedicto XVI ha anunciado por sorpresa su renuncia, la primera de un Papa en casi 600 años. La noticia ha causado un fuerte shock y reacciones de todo tipo. Hay quienes ven en esa decisión la irrupción de la modernidad en el Vaticano, quienes califican a Benedicto XVI como un «Papa revolucionario», y la prensa global hace ya cábalas sobre las verdaderas razones de la renuncia, análisis sobre lo que ha supuesto su pontificado y quinielas sobre quién puede ser su sucesor. No resulta sencillo aventurarse en el mundo de los secretos y las intrigas de la única monarquía electiva del mundo y del único monarca absoluto de Europa. Pero cuando afirma que ya no tiene fuerzas para seguir ejerciendo como el líder de la Iglesia católica, sus palabras adquieren un ánimo de reprensión hacia su antecesor, Juan Pablo II. Como número dos de este, fue testigo directo de como un Papa decrépito, víctima del Parkinson, se paseaba moribundo mientras la maquinaria del Vaticano se descomponía con él.

A pesar de su ortodoxia y su conservadurismo, de que haya rehusado hacer cualquier modificación a las posturas tradicionales de la Iglesia en materia de aborto, celibato obligatorio en el sacerdocio, eutanasia, divorcio o homosexualidad, la sorpresa ha acompañado, en cierta medida, a Benedicto XVI. Atacó al Islam calificándolo como la religión de la espada, se reunió con víctimas de curas pederestas, hizo los paces con los ultraconservadores de Lefebvre y, seis siglos después, ha abdicado por voluntad propia. Deja una Iglesia dividida -tanto entre los curas como entre los laicos- entre conservadores y progresistas, atrapada en los escándalos de abusos a menores, con una falta de vocaciones y de adhesión evidente en Europa, perseguida y en declive en su territorio de origen, Oriente Medio, aunque su influencia crezca en el hemisferio sur. Parece difícil, por tanto, observar signos de éxito en su gestión.

La especulación se ha apoderado ya en torno a quiénes pueden ser sus sucesores. Los candidatos emergen sin parar y las intrigas no faltarán en las próximas fechas. Tome el relevo quien lo tome, el Vaticano seguirá de la mano del secreto y la ortodoxia la misma senda de reconquista y restitución.

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