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RUGIDOS ROJIBLANCOS

La triste realidad

 

Gontzal FRESNO ASTORKI  Autor de la web aquihayzarpazo.com

Aunque eso de que Getafe es un campo maldito sólo sea un recurso útil para llenar ridículas líneas en los periódicos o rellenar las estadísticas, la verdad es que es complicado presenciar un encuentro en condiciones por parte del Athletic en el Alfonso Pérez. Como si los puntos obtenidos contra Osasuna o Valencia, esos que se han aupado al casillero más como consecuencia de una conjunción astral que por méritos deportivos, hubiesen finiquitado la temporada, la actitud del Athletic fue, además, mucho más preocupante que la aptitud demostrada, de por si ya impropia de un equipo que aspira a salvar la categoría. Sólo fueron necesarios tres minutos de partido, y en otros tantos, esta vez de córner, encontró puerta el equipo madrileño. Borja remató solo, una vez más, ante la pasividad de la zaga zurigorri, con un Iturraspe al que sólo le faltó apoyarse en una valla amarilla para parecer un jubilado contemplando una obra.

Es evidente que cuando un equipo no funciona la responsabilidad recae sobre el entrenador, pero no está de más pararse a repasar la actuación de todos y cuantos alineó el rosarino. Es difícil concentrar en noventa minutos mayor cúmulo de desatinos, de pases desacertados, de entregas fallidas, desajustes defensivos... Decir que Iraizoz fue el mejor hubiese parecido una broma hace un mes, pero lo cierto es que con todas sus carencias, con esa incapacidad para blocar el balón, esa querencia por quedarse bajo palos (dicen que como a Abraracurcix, el jefe de la aldea gala, lo único que teme es que el larguero caiga sobre su cabeza), la portería ha pasado las últimas semanas a colaborar activamente en huir de la quema.

Eso, a pesar de que la relación del portero con Laporte, que se alineó por la izquierda, es como la de los matrimonios de las casposas escenas televisivas de José Luis Moreno, no paran de discutir y no se entienden. El francés, que sustituyó con más voluntad que acierto a Aurtenetxe, ha protagonizado el debate sobre la banda siniestra, pero no es menos cierto que por la diestra, Iraola, que parece tener bula papal, está aportando bien poco en toda la temporada.

Al quince le volvió a acompañar Susaeta por el carril derecho, en una vuelta a la versión más estrambótica de sí mismo, mientras De Marcos corría y corría al margen del equipo, como si hubiese ido a Getafe más a entrenar para la maratón de Nueva York que a disputar un partido de fútbol. El centro del campo, con los dos Ander empeñados en hacer complicado lo sencillo, fallar lo evidente e intentar pases sin tener en cuenta que a la física no se le puede enmendar la plana.

Arriba, Aduriz, en las antípodas del futbolista que fue en la primera vuelta, el sostén del equipo, perdido en batallas con rivales que no conducen a nada y marrando ocasiones más que manifiestas. Claro que si la alternativa tiene que ser un Llorente cuya alineación es una afrenta a la familia Athletic, aviados estamos.

Estos quince días que vienen, con parón liguero de por medio, veremos si a Bielsa le da por organizar alguna pasión en Lezama ahora que opta por la distensión. Capirotes zurigorris y procesión en Lezama. Evidentemente, el crucificado debiera ser Llorente, que para algo es el niño Jesús del vizconde de las ondas. Y nada de indultos para Barrabás Amorebieta, si hay que preparar dos cruces, que no sea por dinero.

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