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Raimundo Fitero

Más líos

 

Cuando todavía no se han resuelto los asuntos judicializados en la SGAE y su anterior cúpula directiva, el actual presidente, Antón Reixa, se ha metido en un buen lío y por un asunto televisivo. No, no se cuestiona la relación de derechos de autor en general, esas cantidades ingentes que pagan las televisiones a los diversos creadores de los productos audiovisuales a través de sus entidades de gestión, sino que se circunscribe en esta ocasión a la música incidental, de acompañamiento, y más concretamente a la que se oye, o se intuye, en los programas de noche y madrugada en donde se vaticina el porvenir, se juega a la ruleta o se apuesta al bingo.

Desde aquí hemos señalado varias veces que la poca música que se ofrece en la televisión aparece en los canales generalistas, a partir de las cuatro o las cinco de la mañana. Pero entre las dos y media y la una hasta esa cita más cercana al alba, existen las teletiendas convertidas en vendedoras de esperanzas y futuros cualificados, y en todos se ve al fondo unos músicos, y se escucha levemente, una música, interpretada en vivo, y es ahí dónde según los directivos actuales de la SGAE se están produciendo prácticas no legales, o sospechosas de no ser tal como se declaran. La sospecha, según Reixa denuncia, es que en esos programas aparecen obras musicales y autores que únicamente tocan ahí. Que existen cesiones de derechos a las productoras que emiten esos programas. Que los músicos en directo ceden también parte de sus derechos. Todo ello, en su conjunto, hace que se dispare la sospecha general. Tenemos nuevo lío. El gran lío.

Pueden ser prácticas no éticas, pero parecen legales. Parecen. Los afectados señalan a Reixa como sicario de las multinacionales, puesto que la inmensa mayoría de esos autores y obras, son estatales que no están en los catálogos de las multinacionales, lo que les resta a éstas recaudación, porque todo aquello que no tiene autor reconocido, va a un fondo que se reparte según un antidemocrático sistema en donde cobra más quien más recauda. Es decir, tenemos un conflicto duro, muy poco constructivo, y con la música y los músicos en directo como sujeto. Muy mal.