Emilia MALAGA

UGT

Un año más nos acercamos a una fecha señalada, imprescindible. Y un año más, las mujeres tenemos que escuchar distintos planteamientos que cuestionan la celebración de este día. En una sociedad que se reconoce mucho más progresista de lo que en realidad es, el 8 de Marzo se considera desde algunos sectores como una fecha «de mujeres», más perteneciente al pasado y menos acorde con el siglo XXI.

En UGT la mera pregunta acerca de la necesidad o no de seguir celebrando el 8 de Marzo nos parece preocupante. Se trata de una fecha fundamental para seguir recordando que la situación laboral de las mujeres no está equiparada a la de los hombres, ni aquí ni en ninguna parte del mundo.

El 8 de Marzo no es un rito, es una fecha necesaria para recordar que, por más leyes que formalmente nos protejan, seguimos cobrando casi un 30% menos por un trabajo de igual valor, que tenemos muchas más dificultades para que nos contraten donde sea, pero sobre todo a jornada completa y de manera indefinida, que cuando se habla de salud laboral se olvidan las especificidades de las mujeres, que tenemos muchas más dificultades para ascender en nuestro trabajo, que el ser madres y/o compañeras muchas veces juega en nuestra contra (lo que en ningún caso les ocurre a los hombres, que son padres y/o compañeros).

Hay quien considera que trabajadoras y trabajadores tenemos ya una fecha propia en el calendario, el 1º de Mayo. Pero las especificidades de la lucha de las mujeres necesitan de este otro día, el 8 de Marzo, para recordar que la igualdad formal no nos es suficiente, que es mucho el camino andado pero largo aún el que nos falta por recorrer. No en vano proclama la OIT que al ritmo actual la plena igualdad se conseguiría dentro de 400 años. A nadie se le ocurriría cuestionar el 1º de Mayo, fecha en la que todos/as celebramos los derechos conquistados y reivindicamos los que aún nos quedan por alcanzar. Por eso, nadie debería cuestionar tampoco el 8 de Marzo.

Aunque es una fecha esencialmente reivindicativa, también es cierto que nos sirve para hacer balance de los avances logrados. Y hay que reconocer que estamos a las puertas de un cambio legislativo que puede influir, y mucho, en la situación laboral de muchas mujeres.

Una de nuestras reivindicaciones permanentes ha sido la de poder conciliar (y no sólo nosotras) la vida laboral y la personal. Pero UGT siempre ha defendido que los debates sobre conciliación eran estériles si se olvidaban de la atención a las personas dependientes. Por eso, la futura Ley de Autonomía Personal y Protección a las Personas en Situación de Dependencia, fruto del acuerdo que hemos alcanzado en el marco del Diálogo Social el pasado mes de diciembre, es una buena noticia, independientemente de que habrá que velar por que se plasme en un servicio público de calidad accesible para toda la ciudadanía (también para las personas inmigrantes en situación administrativa irregular).

El ruido político que, al igual que en todas las materias, acompaña a esta ley no debería hacernos olvidar que estamos ante la creación de un nuevo derecho subjetivo, avance del que deberíamos alegrarnos no sólo la izquierda, sino toda la sociedad en general.

La ley establecerá la posibilidad de que las personas «cuidadoras» en el hogar, normalmente mujeres, puedan coti- zar a la Seguridad Social, una vieja reivindicación de UGT. Será necesario estar alerta, para evitar que muchas mujeres con condiciones laborales precarias se vean presionadas por su entorno para que abandonen el mercado laboral y sigan cotizando desde el hogar. La ley tiene vocación de mejorar las posibilidades laborales de muchas mujeres, por lo que deberemos evitar los usos «torticeros» de la misma.

El 8 de Marzo, como todos los años, los datos que aparecerán en los medios harán tristemente innecesario explicar el por qué de la celebración de esta fecha. Pero mientras la empresa siga siendo uno de los ámbitos que más nos discrimina tendremos que seguir enfrentándonos, como dice la OIT, a la amenaza de cuatro siglos más de discriminaciones. -