Mariza vuelve a Donostia el próximo domingo
actúa en el Kursaal y lo hace para presentar los temas de su último disco,
«Transparente». Así es como sale ella al escenario, cercana y natural.
Llena los aforos allá donde va. ¿Es el mejor premio que le puede dar el público?
Cantar es el mejor premio que me puedo dar a mí misma. Suelo decir que es muy egoista por mi parte, porque el mejor momento del día es cuando canto, cuando puedo expresar mis sentimiento de la mejor forma que sé. Por eso debería ser yo quien agradezca al público que me dé la oportunidad de hacerlo y no al revés.
En sus interpretaciones la saudade propia de los fados se acompaña de una gran alegría. ¿Quizás se debe a sus orígenes en Mozambique? ¿Qué relación mantiene con su país de nacimiento?
Salí de Mozambique siendo muy pequeña y las imágenes que guardo son las que me ha transmitido mi madre a lo largo de mi infancia. Esas influencias, están, de cierta forma, presentes en mi forma de ser, pues durante mucho tiempo escuché la música de Africa que ella me enseñaba; obviamente, siendo ella africana, es algo inevitable. No obstante, el fado no es sólo melancolía o tristeza, tiene también sentimientos alegres; habla de la vida, y la vida no es solamente melancolía y tristeza.En sus directos se muestra cercana al
público. ¿Intenta alejarse de la figura de la gran diva?
Quien se dedica al arte tiene que ser sincero y natural, porque el arte es, ante todo, pasión. Si no, se convierte en matemática, y el arte no tiene que ver con la ciencia. Para mí, un concierto es dar y recibir, es una aproximación al público, ese grupo de amigos que, cuantas más culturas y gente conozco, va creciendo cada vez más.
En sus discos incluye letras de Fernando
Pessoa, entre otros. ¿Cómo elige las letras, qué busca en los poetas que
lee?
Como no tengo el don de escribir poesía, leo a los grandes poetas portugueses de principios del siglo XX. Es increíble, pero he encontrado textos que reflejan mi forma de ser, todo lo que tiene que ver con mis pensamientos y lo que siento en el momento en que estoy trabajando en el disco. También me gusta incluir poetas contemporáneos, textos actuales que me ayudan a realizar buenas composiciones y a hablar de un Portugal más nuevo y de una generación más actual.
En «Transparente» rinde tributo a Amalia
Rodrigues, Fernando Mauricio y Carlos do Carmo. ¿Es una manera de reconocer su
deuda con ellos?
Me influyeron mucho todos los grandes cantantes de fado, tanto los conocidos internacionalmente como los que no salieron del país. El fado es una tradición oral y la generación anterior se encarga de enseñar a la siguiente. Yo tuve el privilegio de conocer las grandes voces del fado y hoy en día, además, tengo a mi lado a Carlos do Carmo, un gran amigo y un gran precursor que me va ayudando en mi camino.
¿Qué siente cuando en todas las entrevistas
le preguntan por su look, una estética que rompe con la imagen típica de la
fadista?
No me veo con el pelo recogido y la ropa ajustada, tampoco cantando el fado prácticamente a punto de llorar. La gente ve que mi imagen es distinta, pero soy simplemente yo.
¿Cómo ha surgido el proyecto de
protagonizar la película de Carlos Saura? ¿Qué siente ante el hecho de ser la
imagen del fado, responsabilidad, orgullo?
En este momento estoy trabajando en la redacción de un informe para la Unesco con el objetivo de que el fado se catalogue como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Carlos Saura me propuso realizar un filme sobre el fado y siento un enorme placer por poder participar en este proyecto, ya que es un gran realizador de prestigio mundial. El es él un genial realizador de filmes sobre música urbanas, y al ver su deseo de dedicar una obra a un género musical como el fado me siento privilegiada por protagonizar la película.
Ha participado en el filme ganador del Oso
de Plata a la mejor banda sonora en el Festival de Berlín. ¿Tras lograr tantos
premios, tiene algún sueño por cumplir?
Recibir el Oso de Plata en Berlín fue una gran sorpresa para mí. No trabajo pensando en los premios, pero es muy gratificante recibirlos, te dan fuerza para continuar, provoca una sensación de satisfacción por el trabajo llevado a cabo y una enorme voluntad de hacerlo cada vez mejor.
Es embajadora de Unicef. ¿Cómo ve su papel
en esa labor?
Al principio tuve mis recelos. Mi agenda es muy complicada y temía no tener tiempo para cumplir con un papel de tanta responsabilidad, pero intentaré hacerlo bien, que consiste en divulgar el mensaje de Unicef e intentar proteger los derechos de los niños. La gente debe saber que en muchas ocasiones el poder de las palabras es más fuerte que el de las contribuciones económicas y ése es mi papel. Me escogieron porque en este momento soy conocida y puedo ayudar. Soy consciente de que es difícil intentar cambiar algunas de las situaciones tan graves que existen, como el de los niños afectados por el sida, pero intentará hacerlo bien y cumplir mi misión.
En su anterior visita a Donostia estuvo en
una sidrería y le gustó mucho. ¿Tiene previsto visitar alguna en esta
ocasión?
Me gusta visitar los lugares típicos para sentir la influencia de las culturas de los lugares por donde paso, aunque mi agenda está siempre muy cargada y no lo consigo siempre. -