Son ya 46 días los transcurridos desde el inicio de la huelga que llevan a cabo las trabajadoras de las empresas, Eulen, Clece y Valoriza, subcontratadas por el Ayuntamiento de Irun para la limpieza de los centros de enseñanza primaria, las guarderías, la Ikastola Txingudi, y algunas dependencias municipales.La reivindicación de estas trabajadoras es sencilla: igualarse en salarios y condiciones laborales a las trabajadoras de limpieza del Ayuntamiento y a sus compañeras de la enseñanza secundaria.
Una reivindicación, no sólo justa cobran un 30% menos, sino absolutamente lógica, en tanto que realizan las mismas funciones, en muchas ocasiones comparten tareas y espacio de trabajo (en la Ikastola o en dependencias municipales) y una equiparación similar ya fue aceptada, desde el año 2000, para las trabajadoras de limpieza de Educación y Universidad, Osakidetza y de las dependencias de los distintos departamentos del Gobierno vasco.
¿Qué ocurre en Irun para que no se resuelva positivamente este conflicto?
Sabemos que el trabajo que realizan las mujeres de limpieza es una labor necesaria para todas las personas vinculadas a la comunidad escolar, o para quienes trabajan en dependencias municipales.
Sabemos igualmente que el de la limpieza es un trabajo que no se ve cuando está hecho, pero que cuando deja de hacerse puede llegar a crear serios problemas de higiene y de salud. Y por tanto resulta socialmente necesario.
Pero sabemos, asimismo, que es un trabajo que, por el hecho de ser realizado básicamente por mujeres, está poco considerado socialmente y que se realiza en condiciones de enorme precariedad. Con contratos a tiempo parcial, con salarios bajos lo que conlleva muchas repercusiones negativas cara a prestaciones posteriores como la jubilación, con pocas posibilidades de acceder a contratos a tiempo completo y a las vacantes que se produzcan. Todo ello juega en contra de estas mujeres. Pero no sólo eso.
Hace tiempo que las instituciones e Irun no es una excepción- y los partidos políticos que las sostienen (básicamente PSOE, PNV, PP y EA) han abrazado la política neoliberal de desprenderse de una parte de sus responsabilidades sociales, traspasándolas a la iniciativa privada, tal como ocurre con los servicios de limpieza.
Y ello aún a sabiendas de que no supone un ahorro de costes, y que su consecuencia es que el dinero público sirve para enriquecer a entidades y personas privadas, y facilita la precarización de los empleos.
La negativa del PSOE y PP, como equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Irun, así como la abstención de PNV-EA, es el mejor ejemplo de su posición, por mucho que pueda parecer paradójico, que unos partidos que alardean de haber promulgado leyes a favor de la igualdad, actúen con semejante contradicción.
Probablemente Santano, alcalde de Irun, que cobra un salario de 68.846 euros anuales; o Javier Cia, concejal de Bienestar Social que se lleva a casa un salario de 57.333 euros, ambos del PSOE, no tengan remordimientos de conciencia, y consideren que quienes deben resolver el problema son las empresas subcontratadas.
Tal vez. Pero si tenemos en cuenta que en Eulen, Mayor Oreja y Martín Villa son socios importantes de esa empresa; o que Clece tiene como titular a Florentino Pérez, amigo y compañero de partido, no es difícil deducir que «entre pillos anda el juego».
Se ha celebrado el 8 de Marzo, día internacional de la mujer, y símbolo de la lucha por la igualdad de género. Ese día muchas mujeres y hombres hemos hecho nuestra la reivindicación de una huelga cuya característica de lucha de género, de lucha por la dignidad del empleo es determinante. Obliguemos a cumplir las leyes, primero a quienes las promulgan, ¡A trabajo igual, salario igual! ¡Equiparación salarial y de condiciones de trabajo! -