Ya adelantamos que el amargor les embargaría. No pensaba, sin embargo, que lo manifestaran tan pronto ni de forma tan evidente.

Tomemos un botón de muestra. Santiago Abascal, columnista y político pepero, en ‘‘El Semanal Digital’’ aseguraba a quien tuviera higadillos para leerle, que «no he visto a mi alrededor gentes posesas brindando con champán por el comunicado de una organización terrorista. No he sido receptor de ningún SMS con felicitaciones y enhorabuenas por la buena nueva que inunda los noticiarios. Nadie ha osado darme una palmada en la espalda porque los terroristas, temporalmente, aparentemente, hayan decidido indultarnos. No he oído palmas ni gritos de júbilo en mis cercanías». Debe ser que sólo se relaciona con guardaespaldas, que debe ser un gremio poco feliz ante los nuevos tiempos.

El dirigente del partido neofranquista iba más lejos y, simplemente, faltaba a la verdad objetiva: «nadie se ha atrevido a considerar que el stop temporal, como todo stop, de los terroristas, había de ser una excelente noticia para mí y para los míos». Pues mira por donde, yo misma pensaba que había de ser una buena noticia. Para ellos y para todo el mundo, pero también sospechaba que a algunos lo que es bueno para la mayoría, les sienta mal.

Y para demostrar que viven fuera del espacio común, Abascal aseguraba que «los más me han mostrado directamente su desconfianza, su escepticismo, su indignación. Y eso es bueno, porque, al menos, significa que quienes me conocen, me conocen bien, y saben lo que pienso. Y también, ¿por qué no decirlo?, que quienes me rodean no están caracterizados por la ingenuidad». O sea, vive rodeado de amantes del conflicto. Pues qué triste..

En la cuesta del disparate, el joven aguilucho del PP resbala con facilidad: «Si cualquier comunicado de los terroristas es un mal augurio, el último lo es sin paliativos, sin matices. Es rotundamente malo para los españoles el anuncio de ETA. Porque, como en los peores momentos, ETA vuelve a marcarnos la agenda, y porque este comunicado es la confirmación de una negociación política ilegítima con los terroristas, negociación que ya ha comenzado». Odian negociar. Les gusta, simplemente, proclamar que han alcanzado sus objetivos militares. Como en el último parte de guerra de Franco. Ya ni siquiera disimulan. - msoroa@gara.net