Ocho de cada diez ciudadanos de la República se dicen no representados por sus representantes políticos. No es una redundancia. Representantes que no representan es más bien una paradoja. Casi siete de cada diez creen que los representantes políticos no actúan en respuesta a las necesidades de los ciudadanos. Enton- ces, ¿en respuesta a qué actúan? Los encuestados no lo sugieren porque el sondeo no se lo permite, pero está claro que los intereses partidistas hace tiempo que sustituyeron eso que pomposamente se tiende a llamar interés general y que no es más que una interpretación interesada de la vida.
No recuerdo el porcentaje abstencionista de las últimas legislativas en el hexágono, pero rondaba el 40%. Que los representantes de poco más de la mitad de los ciudadanos que han decidido votar no los representan ni a ellos no es una paradoja, es seudo-democrático, porque la democracia no debe resumirse en permitir que los mayores de 18 años voten. Es mucho más.
En la seudo-democracia en la que vivimos, la mayoría de la gente terminamos por adoptar posiciones ponciopilatescas. Unos no vamos a votar y los que lo hacemos nos lavamos las manos y, por pereza, por indiferencia, por falta de instrumentos adecuados o porque Júpiter se cruza con Saturno, delegamos nuestra responsabilidad en los que creemos que han de representarnos. No es un juego de palabras, es, simplemente, verdad.
La Republique, que como sistema pseudo-democrático lleva tiempo experimentándose, nos enseña que la única manera de acercarnos a la democracia es que todo hijo de veci- no asuma responsabilidades.
La única manera de evitar que los triunfalismos regados con cava a los que hemos asistido lleguen a emborrachar un proceso democrático es que todos asumamos nuestra cuota de responsabilidad. Que nos exijamos más a nosotros mismos y a nuestros más directos representantes, no a los de los demás, a los nuestros. El genial Clemente no pudo resumirlo mejor: «El proceso tiene que caminar, como el equipo; el equipo ha estado mal, ha tenido problemas, pero ahora tenemos que caminar todos. El equipo está necesitado del público, de la prensa, de los jugadores, de los suplentes, de todo el mundo. A nivel social exactamente lo mismo». Pues eso, dejémonos de triunfalismos y empujemos, que nadie lo hará por nosotros. Nos vemos el sábado. -