Raimundo Fitero
Mensajes
Detrás de todo mensaje hay muy buenas intenciones. Me refiero a que todo aquello que se entiende que está en peligro de perecer recibe la atención mediática una vez al año, se escribe un bonito mensaje y todos se quedan tan contentos esperando trescientos sesenta y cinco días sin preocuparse. Ayer le tocó al Teatro. Mal asunto. La relación entre teatro y televisión ha sido contradictoria. Se ha pasado de una dependencia y colaboración generosa a un desprecio soberbio.
Cuando había aquella televisión franquista en blanco y negro se pudieron ver magníficas adaptaciones televisivas de obras de teatro. Intuyo que aquellos legendarios “Estudio 1” servían para difundir el Teatro bastante más que los actuales programas de divulgación cultural que se empeñan en presentarse con formas que reverencien una modernidad estética que la mayoría de las veces no se compadece con lo informado o mostrado.
En los últimos años hemos visto aparecer y desaparecer diversos programas dedicadas a las Artes Escénicas en las televisiones de titularidad pública. Esto se debe arreglar con urgencia. En las privadas, se llegó a situaciones tan aberrantes como que los artistas no podían decir en qué teatro trabajaban cuando se les entrevistaba en los magacines porque se consideraba publicidad. Podían rellenar, gratis, un tramo de programa, pero no decir el lugar donde se producía el motivo por el que estaban haciendo esos minutos televisivos.
La televisión y el cine deben mucho al teatro. El teatro parece hoy en día el hermano pobre, pero es un fundamental e imprescindible elemento cultural de todas las sociedades. Se ha demostrado que emitir por televisión las obras grabadas con criterios de realización que respeten el cruce de lenguajes es una manera de aficionar y provocar el viaje de posibles telespectadores a las salas. Además de mensajes, acciones concretas. Y desde la visión televisiva, tratamiento específico. Y no solamente un día al año, sino como algo que debe formar parte del ocio de la ciudadanía, pero no un entretenimiento alienante, sino algo que ayude al desarrollo de las emociones, los sentimientos, a la formación de un idea del mundo. Y de sus habitantes. -
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