La vapuleada «Revolución Naranja» ucraniana trata de amarrar el poder
El lento escrutinio confirmaba el castigo a los herederos oficiales de la «Revolución Naranja». El presidente, Viktor Yushenko, tratará de amarrar el poder sumándose a la ola de su rival interna, Julia Timoshenko, a la que su desmarque del Gobierno le ha aupado a la segunda posición. El recuento confirmaba el triunfo, aunque lejos de cualquier pretensión de liderar un nuevo Ejecutivo, de la formación de Viktor Yanukovich, delfín del derrocado presidente Kuchma.
KIEV
La Junta Electoral Central trató de justificar la lentitud del recuento por el hecho de que se presentaron 45 partidos.24 horas después del cierre de los colegios electorales, y con el 40% escrutado, el Partido de las Regiones, de Viktor Yanukovich, seguía en cabeza con en torno al 27% de votos. Este resultado parcial confirma, aunque a la baja, los ponósticos de los sondeos a pie de urna, que auguraban la victoria, con un 30% de votos, a la formación del que fuera delfín del derrocado presidente ucraniano, Leonid Kuchma. Pero el recuento otorgaba un repunte en ocasiones le daba incluso la victoria al Bloque Timoshenko, liderado por Julia Timoshenko, destituida de su cargo de primera ministra por su aliado y principal líder de la «Revolución Naranja», el presidente Viktor Yushenko. Los resultados parciales otorgaban a la Juana de Arco de la «Revolución Naranja» más del 23% de sufragios, frente al 16% a Nuestra Ucrania, de Yushenko, el gran perdedor de los comicios legislativos. Portavoces de los bloques de Timoshenko y de Yushenko no esperaron al final del escrutinio para anunciar una reunificación de la ola naranja para intentar amarrar el poder, lo que da alas a los análisis que apuntaban a que las disensiones internas respondieron, en parte, a un movimiento calculado ante un eventual desplome. Los resultados de los comicios certifican, ciertamente, un descalabro de los «revolucionarios» que llegaron al poder a lomos de Occidente a finales de 2004. Dejan en evidencia, también, que el apoyo a la ola naranja fue ya entonces mucho menos masivo de lo que la cobertura mediática predecía. Pese a que económicamente haya resultado un desastre sin paliativos, un año no da para semejante descalabro. Un descalabro que la ola naranja tratará de sortear amarrando el Gobierno. Para ello, precisará los escaños del Partido Socialista (socialdemócrata), aliado hoy de Yushenko.
Vieja fuerza renovada
Por contra, y siempre en espera de que el lento recuento no depare sorpresas de ultima hora, la victoria de Yanukovich certifica el peso electoral del «antiguo régimen», con su bastión en la mitad oriental e industrializada del país.Rápido han olvidado los «revolucionarios» en el poder que la última modificación constitucional en Ucrania, al calor de la crisis en el Gobierno naranja, otorga a la primera fuerza la tarea de formar Ejecutivo. Tarea ciertamente difícil, si tenemos en cuenta que estaría lejos de la mayoría absoluta, incluso contando con el apoyo del Partido Comunista (3,8%), y del bloque de izquierda Oposición Popular, de Natalya Vitrenko.
Vigilancia antifraude
Tanto esta dirigente política como los seguidores de Yanukovich advirtieron que sacarán a sus seguidores a la calle en caso de que los resultados finales no se correspondan con los pronósticos de los sondeos y con las encuestas realizadas por ambas formaciones.En este sentido, sorprendió la pronta homologación de los comicios por parte de las otrora exigentes instituciones occidentales. Y ello pese al lento escrutinio y a la denuncia de irregularidades, de las que esta vez sí se hicieron eco, bien que tímidamente, observadores provenientes de la Comunidad de Estados Independientes (CEI) ente que, bajo la férula de Moscú, engloba a algunas ex repúblicas soviéticas.
Apuntes
El tren de vida del «Príncipe de Ucrania»
KIEV. Con el telón de fondo de la lucha por el control de las privatizaciones, el detonante de la destitución de Timoshenko fue la filtración por parte de ésta del tren de vida del hijo de Yushenko, «El Príncipe de Ucrania». Con 20 años, Andrei Yushenko es dueño de los derechos de la marca de la «Revolución Naranja» (valorados en 100 millones de euros). Los vecinos de Kiev le conocen al volante de su lujoso BMW M6 y los ucranianos saben de su lujoso tren de vida, en su ático de 600 metros cuadrados en la capital, y en el extranjero.
Occidente aspira a mantener su peso
BRUSELAS. La Unión Europea, la OTAN y EEUU saludaron la «limpieza» del proceso electoral y mostraron al unísono su esperanza de que el nuevo Ejecutivo que salga de las urnas mantenga el rumbo de alineamiento con Occidente iniciado por la «Revolución Naranja». La UE firmó en febrero de 2005 un plan de acción con Ucrania en materia de energía y transportes. Ha prometido a su vez un «acuerdo de libre cambio» a negociar con Kiev, en el marco de un «acuerdo reforzado» en caso de que las elecciones respondieran a sus planes.
Guiño de Rusia en pleno recuento
MOSCU El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, mostró su esperanza en la formación de un gobierno favorable al reforzamiento de las relaciones con Rusia. «Deseamos la creación de un gobierno que responda a los intereses del pueblo ucraniano y que se pronuncie por el desarrollo y la profundización de la coperación con Rusia», declaró. En diciembre del año pasado, Rusia mostró sus dientes cortando el suministro de gas a Ucrania, y forzando, en puertas del crudo invierno, a Yushenko a firmar un acuerdo «a la baja».
|
