JERUSALEN
Los israelíes han rechazado en las urnas las políticas más neoliberales encarnadas en el país por el jefe del Likud, Benjamin Netanyahu, el gran perdedor de los comicios y han optado por dar su apoyo en función de intereses sectoriales.«El voto de las capas populares al Partido Laborista, el éxito del Partido de los Jubilados y, sobre todo, la debacle del Likud, que ha obtenido el menor número de escaños desde 1951, no se pueden explicar de otro modo», estima el economista Aryeh Arnon.
«Netanyahu ha sido castigado por haber aplicado, estando al frente del Tesoro de 2003 a 2005, una política neoliberal extrema inspirada abiertamente en el modelo de la ex primera ministra británica Margaret Thatcher», subraya este profesor de la Universidad de Ben Gurion, en Beersheva.
Agrega que esta política agravó de modo considerable la fractura social israelí, golpeando especialmente a los sectores más desfavorecidos, «los que entre la población judía votaban tradicionalmente a la derecha». «Es cierto que el paro bajó del 10% al 9% continúa, pero esto se ha debido, más que a la política de Netanyahu, a la mejoría de la coyuntura internacional y al restablecimiento de la confianza de los inversores causado por el descenso de la violencia de la Intifada».
Según un reciente estudio, 1,6 millones de israelíes viven por debajo del umbral de la pobreza, lo que representa el 23% del total de la población. «Los resultados expresan claramente el profundo descontento de amplias capas de la población empujadas a la pobreza afirma el sociólogo Yohanan Peres. También ilustran el peso creciente de los intereses sectoriales: los ultraortodoxos votan a los partidos ultraortodoxos, los colonos a los partidos de los colonos, los árabes israelíes dieron sus votos a los partidos árabes, los inmigrantes de la ex URSS votaron a un partido rusófono de extrema derecha y otros descontentos votaron al Partido de los Jubilados», destaca este profesor de la Universidad de Tel Aviv.
«El resultado electoral demuestra que una amplia mayoría de israelíes aspira a cierta normalización opina el analista Daniel Ben Simon. No es que rechacen la ideología sionista de los fundadores del Estado, pero sí quieren una vida mejor, con tranquilidad desde el punto de vista de la seguridad pública. En el otro lado, tenemos que sólo una minoría se agarra al mito del Gran Israel que excluye cualquier retirada de Cisjordania».