Txente REKONDO*
«No es aixó?»
El Congreso español votara hoy el Estatut del Principat, y todas las miradas y presiones se centran en ERC. Las criticas de CiU, de algunos sectores del PSC, las filtraciones interesadas a la prensa y la manipulacion de realidades son algunos ejemplos de la situacion que acompaña a las negociaciones.
Lo cierto es que ERC ha sabido compaginar muy bien su labor dentro de la Generalitat y su posición en torno al Estatut. Además, en el Principat se sostiene que su postura, lejos de desanimar a la población, ha podido verse reforzada, de ahí los temores de los otros partidos, que no dudan en utilizar todo tipo de estrategias para deteriorar la imagen pública de ERC.En este sentido se puede entender la filtración de la noticia en torno a la financiación del partido republicano. Los dirigentes de esa formación han reconocido que ha podido haber algún error, pero no han tenido problema alguno para mostrar su financiación. Y esto es algo que muchos partidos no quieren hacer. Las donaciones anónimas que reciben esas otras formaciones sí deberían ser objeto de un estudio más detallado y público, ya que son muchos los que no ven como «muy limpio» ese medio de obtener dinero. En Catalunya no está de más recordar el escándalo en torno a las comisiones del 3%. El desencadenante de esta situación ha sido el pacto entre Mas y Zapatero, quienes dieron la espalda al proyecto de Estatut aprobado el 30 de setiembre por la mayoría de los parlamentarios del Principat. Con esa maniobra, CiU cobra protagonismo y centralidad en el tema, pero a costa de anteponer los intereses de su partido a los de su pueblo. Llama la atención que Artur Mas, en octubre de 2002, señalase que su partido rechazaba una reforma del autogobierno, «apostando por un nuevo estatuto nacional», y posteriormente el dirigente convergente presionara para que el propio Maragall aceptara un proyecto más allá de lo que sería aceptable para el PSOE. Esa postura y la actitud de ERC propiciaron un ambicioso proyecto que fue refrendado por el Parlament. Desde CiU se ha apostado por la llamada «opción Mas», y para ello necesitan debilitar tanto a Maragall como a ERC. Sin embargo, a pesar de las presiones, de momento parece que el partido republicano mantiene el tipo. La postura firme, pero dispuesta a la negociación, ha calado en buena parte de la sociedad catalana, que ve con buenos ojos «esa nueva imagen, en la que Catalunya negocia su futuro», al tiempo que rompe la que se tenía hasta ahora y que representaba la filosofía de CiU, «una política de mendigar migajas en Madrid, obteniendo aquello que desde el Estado se quiere dar y nada más». Detrás de este telón se esconden realidades muy diferentes. La apuesta de CiU tiene que salvar las fuertes diferencias que mantiene la coalición, ya que desde Unió no olvidan que Mas negoció y firmó a sus espaldas, y que la llamada a Duran i Lleida fue a iniciativa socialista. El PSC, por su parte, no «sabe qué hacer con Maragall» y la búsqueda de un recambio se antoja complicada a corto y medio plazo. ICV tendrá que estar a la espera, consciente de que su futuro no está en sus manos.
Voluntad más allá de la
reforma Por su parte, a ERC se le presenta la oportunidad de mantener una actitud que posibilite la formación de unas bases firmes para dotar de un proyecto al conjunto del independentismo, solventando las diferencias, divisiones y personalismos del pasado. La manifestación multitudinaria del pasado 18 de febrero muestra que existe una importante voluntad catalana para ir más allá de la reforma estatutaria.
Ese salto cualitativo pone en entredicho para buena parte de la sociedad el pacto firmado en Madrid. Para la sociedad catalana, esa medida no es sino la defensa de los intereses del partido por encima de los del país, y CiU puede haber medido mal ese cambio sociológico que se está produciendo en Catalunya. Este proyecto se interpreta como el «de las rebajas» y, en opinión de algunos, «la principal rebaja respecto al texto del 30 de setiembre es que la definición de nación deja de tener valor jurídico, ya que pasa del articulado al preámbulo», con las implicaciones que de ello se derivan. La coyuntura que se abre en Euskal Herria también puede tener su repercusión en el panorama catalán. A pesar de que nos encontramos ante dos procesos asimétricos, es probable que se den vías comunicantes o cuando menos un cierto «efecto simpatía». El tema de la territorialidad será un reto importante para Catalunya, la reciente aprobación del estatut del País Valenciá es prueba de ello. Como también será una buena oportunidad el referéndum del Estatut para calibrar el nivel de rechazo que generan esas maniobras. No es això, companys?. - (*) Txente Rekondo: Gabinete
Vasco de Análisis Internacional (GAIN)
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