El Festival de Música Sacra de Bilbao, que se celebra hasta el 12 de abril, se inauguró con la conmemoración de los aniversarios de Juan Crisóstomo de Arriaga y de Wolfgang Amadeus Mozart, en un concierto sacro exquisito.

La figura de Martin Haselböck, excelente y reconocido organista, concitó a la agrupación orquestal Wiener Akademie y al coro mixto de cámara de la Sociedad Coral de Bilbao, más los apoyos de solistas vocales reputados, para exponer las músicas férvidas de ambos creadores geniales según sus posibilidades.

Inició con el meditativo “Stabat Mater”, motete lleno de un bello romanticismo, cuasi operístico, con acompañamiento de orquesta e interpretado en clave de tres solistas de voces graves. Dio paso a la música de Wolfgang Amadeus Mozart, con la obra perfecta del “Réquiem”, tan misteriosa y enfervorizada como Misa de Difuntos K.626, última obra de su catálogo e inacabada, un puente entre el magnífico arte de la polifonía barroca y las emociones profundas de un estilo ya romántico.

El cuarteto solista, compuesto por el tenor alemán avezado en música sacra y el trío valenciano de voces timbradas y expresivas, unió sus prendadas voces al extraordinario conjunto de cámara vocal de laSociedad Coral de Bilbao.Estas, ensambladas con los timbres instrumentales de calidad de la orquesta Wiener Akademie, fueron los mimbres que Martin Haselböck manejó a su antojo. Lo hizo en una vivaz interpretación oportuna, al estilo musical del genio y al de la expresión cálida del texto sacro latino conductor de los sentimientos humanos de contemplación, súplica rogante, afirmación concluyente y declamación coral que la música de Mozart certifica y expresa en unos fugados magníficos, desarrollados con nervio y energía pujante encaramelando a los oyentes, dotados de la sensibilidad intensa con la que escribió esta obra maestra, completada y armonizada por uno de sus discípulos. Satisfacción general mostrada en unos calurosos aplausos persistentes. -

OTXANDIO