Jon Odriozola - Periodista
Seguir andando
Coincide el alto el fuego permanente con mi ocaso quiméricamente creativo. No digo crepúsculo ideológico, pues mi utopía comunista, esto es, la dictadura del proletariado, la voluntad de la mayoría trabajadora, permanece incólume. Los iluminados que todavía creemos en la Revolución que no es el Santo Grial, sino algo que se organiza, Lenin dixit, no la concebimos en términos de historicismos positivistas decimonónicos, dizque como algo determinista que tenga que suceder porque lo dicen las sagradas escrituras. Todo consiste, repito, en la organización: por eso en las cárceles no hay más que presos políticos comunistas y patriotas pretendiendo frenar la historia aherrojando ideologías emancipatorias y la más alta expresión del humanismo socialista. Como ven, mi caquexia es galopante y mi «idealismo» incorregible.
Consciente de mi senilidad, salvaré mi prurito. Me la pasé defendiendo lo impublicable. También lo indecible de los clamores populares que ensordecen al poder. Hasta que la lucha popular, en no importa qué forma, le quita el cerumen de los soplillos. Algo de esto estamos viviendo estos días y de ello hay que congratularse. El poder, el statu quo y el establishment tratará de amargar al pueblo, de rebajar sus conquistas, distraerlo, y ello sin rubor en su nombre y, aún peor, halagándolo. Los vendepatrias, pesebristas, poltroneros, charlatanes hablarán de cautela, prudencia, paciencia y otras virtudes teologales. Tratarán de relajarnos. En especial a lo mejor y más lúcido y combativo de este pueblo.Ya les puedo ver maquinando y tramando la mejor manera de engañarle por enésima vez. Y no por una querencia monomaníaca de joder por joder: simplemente les vence la clase social a la que pertenecen, la clase propietaria.
España me refiero a sus gobiernos jamás fue democrática. Salvo episodios efímeros la II República, el Trienio Liberal, nunca hubo tics ni reflejos democráticos. La historia de España está jalonada de cruentas luchas para arrancar conquistas democráticas y sus consiguientes asonadas y trapisondas contrarrevolucionarias. Es la lucha de clases. Y en el primer rubro incluyo a ETA. Y al liberalismo español de los tiempos de Espronceda, que no sólo fue poeta y menos adalid del turrieburnismo (no miren en el diccionario).
Desde mi mórbida decrepitud, hipnotizado como el Dr. Valdemar de Poe, cuando se cumplen seis años de mis socialbarrocos “Jo puntua”, ya me vale, espero que se escriban novelas que reflejen la rara belleza épica de este pueblo con letras de osadía. Y no por quienes, hasta ahora, lo han hecho desde una muelle y calculada equidistancia. Aunque todavía igual es pronto para Ossian. -
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