Elecciones legislativas en Italia
Berlusconi se resiste a aceptar su derrotaante Prodi
El primer ministro italiano ha sido víctima de su propia ley electoral, que aprobó en diciembre y que garantiza la mayoría absoluta al partido que gane, aunque sea por un voto. Su rival, la coalición de Romano Prodi, se ha llevado la victoria en la Cámara de Diputados por una exigua diferencia de 25.000 votos. Otra de sus reformas, la de dar a los emigrantes el derecho a votar, le ha arrebatado el triunfo en el Senado.
ROMA
La coalición de centro izquierda liderada por Romano Prodi ha obtenido el triunfo en las elecciones legislativas celebradas en Italia el domingo y el lunes. Su mayoría en la Cámara de los Diputados, aunque por unos pocos votos, quedó clara desde la madrugada de ayer, pero el reparto de los escaños del Senado estuvo durante horas pendiente del recuento de los votos de los emigrantes italianos, que paradójicamente, pudieron votar por primera vez gracias a una reforma promovida por Silvio Berlusconi. Según la ley electoral aprobada el diciembre por el Gobierno italiano de Berlusconi, La Unión obtiene la mayoría absoluta en la Cámara de los Diputados, pero sólo una ventaja de dos escaños en el Senado. Sus dos reformas electorales le han jugado una mala pasada, pero, ayer, al menos, no parecía dispuesto a asumir su derrota. En su primera comparecencia pública, el primer ministro señaló que había «muchas irregularidades» en el recuento del voto de los emigrantes. Los datos surgidos de los comicios celebrados el domingo y el lunes «presentan muchos, muchos, muchos lados oscuros, quizás demasiados». Por tanto, dijo Berlusconi, «reconoceremos la victoria de la Unión después de que se verifiquen los votos».
Rechazan irregularidades Ante estas denuncias, El Olivo advertía de que «falsificar la realidad es un arte aplicado plenamente por el Gobierno saliente». «Es grave insinuar que el resultado electoral haya sido falseado, alterado o manipulado, y ello demuestra la voluntad de subvertir el orden real de los hechos: la victoria indiscutible del centroizquierda».
En cualquier caso, el primer ministro no excluyó la posibilidad de que se pudiera llegar a una gran coalición como ocurrió en Alemania, pues dijo que se corre el riesgo de «dividir el país» por lo que es necesario pensar en «un gobierno en interés de todos» en el que participen representante de todas las fuerzas italianas. Sin embargo, Prodi rechazó esa propuesta. «Nos presentamos ante los votantes con una coalición clara. Gobernaremos con la coalición mayoritaria», sentenció.El camino, no obstante, se prevé repleto de escollos. Prodi se ha presentado sin partido y tendrá que caminar sobre una cuerda floja, cuyos extremos están en las manos de sus aliados y sus enemigos. Su Gobierno está marcado por la cicatriz de una victoria mínima, sólo por un puñado de 25.000 votos. La diferencia no tendrá un reflejo en el Congreso, pero no dejará de tener un peso moral. Donde sí será un lastre esa mínima diferencia será en el Senado, con sólo dos escaños de ventaja. Es esa debilidad la que coloca a Prodi en la cuerda floja, porque bastarán muy pocos senadores para que la Cámara Alta no apruebe las leyes que envíe el Congreso, lo que en un sistema bicameral perfecto como el italiano puede provocar una parálisis legislativa. El problema dentro de La Unión estriba en el hecho de que la forman 16 partidos, tan diferentes como La Margarita, una formación de centro que podría confundirse con algún partido de la alianza de Berlusconi, y Refundación Comunista, herederos del viejo Partido Comunista. Pero también están los Radicales, que propugnan un laicismo que incomoda al propio Prodi y a La Margarita, con algún tinte cristianodemócrata; y los Verdes, opuestos al tren de alta velocidad en el Valle de Susa, norte de Italia, a favor del cual está «Il Professore».
Antecedentes poco halagüeños En la mente de todos está la caída de Prodi del Gobierno en 1998, después de que el líder de Refundación Comunista, Fausto Bertinotti, le retirara su apoyo. En aquella ocasión, Prodi era líder de El Olivo, coalición que también ahora se ha presentado a las elecciones y que es el corazón de La Unión, y había ganado las elecciones de 1996 frente a Berlusconi.
Consciente de ello, el líder de La Unión no deja de recordar que su coalición está unida y que tiene un programa para gobernar los próximos cinco años. Y consciente también de la guerra que le puede dar La Casa de las Libertades, donde se han unido desde las tendencias más moderadas a las más radicales de extrema derecha, el ex presidente de la Comisión Europea también ha pedido a la oposición que «sea responsable, como hace falta en un país democrático». Bertinotti, por su parte, ha asegurado haber aprendido la lección y «portarse bien», bajo la bandera de la unidad, si bien ha recordado que Refundación Comunista ha tenido un importante peso en el triunfo electoral de Prodi. La victoria de La Unión tuvo buena acogida entre los líderes europeos. Varios de ellos, entre los que destaca José Manuel Durao Barroso, sucesor de Prodi en la presidencia de la Comisión Europea, confiaron en que el triunfo de Prodi sirva para relanzar la Unión Europea.
La primera vez que votaban los emigrantes
Era la primera vez que los italianos que viven en el extranjero (all’estero) podían votar en unos comicios de su país y al final ha resultado determinante para el reparto de los escaños del Senado. En total, ejercieron su derecho a voto 1.135.617 emigrantes italianos, que tenían reservados seis escaños en la Cámara Alta. Estos acabaron repartidos en cuatro para La Unión, uno para Forza Italia y otro para el independiente Luigi Pallaro, argentino de la Asociación Italianos de Sudamérica. Si La Casa de las Libertades se hubiera presentado bajo las mismas siglas, habría logrado dos senadores más y, por tanto, habría mantenido su mayoría. -
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