Las maniobras iniciadas por el PNV para tratar de cambiar, sin acuerdo previo con Ezker Batua que rige el Departamento de Vivienda del Gobierno de Lakua, un punto sustancial del proyecto de Ley de Suelo como es el referido a los estándares y cuantías mínimas de viviendas sometidas a algún tipo de protección pública, son llamativas por dos motivos: el primero, el contenido mismo de los cambios que se pretenden introducir; el segundo, las formas para intentar alterar el proyecto y lo que ello evidencia sobre cómo son las relaciones en el seno del tripartito.

El contenido del cambio que propone el PNV pretende dejar a la libre decisión de los ayuntamientos cómo distribuir ese 80% de vivienda protegida ­de la que un 25% se destinaría a alquiler­ entre vivienda de protección oficial y tasadas. Esto supone una mayor liberalización de la normativa que empeora el proyecto actual, que ya ha sido muy criticado por la mayoría sindical y los colectivos que trabajan en el ámbito de los derechos sociales. Es cierto que un ayuntamiento con conciencia social podría hacer un gran trabajo con estas bases, pero también deja la puerta abierta para que se hagan otro tipo de maniobras que poco tienen que ver con garantizar el derecho a la vivienda. Da la impresión de que determinados poderes municipales y del sector no quedaron suficientemente satisfechos con los recortes que el PNV impuso a la primera propuesta del Departamento de Vivienda y buscan ahora forzar una nueva negociación para seguir obteniendo ventajas.

Por otra parte, se observa que el PNV se resiste a perder el control absoluto de los espacios de poder que considera determinantes, aunque formalmente exista una distribución competencial entre los socios de Gobierno. La propuesta jeltzale llega a destiempo, cuando además ya existe un acuerdo entre el Ejecutivo de Lakua y el PSE, aunque a tenor de las expresiones que contiene el documento que hoy revela GARA, el PNV no se siente comprometido por dicho pacto. Tampoco se conoce con qué apoyos esperan contar los jeltzales para sacar adelante su propuesta, ya que no gusta a EB, es contraria al acuerdo suscrito por el PSE y camina en dirección opuesta a los planteamientos que defiende Ezker Abertzalea. Por eso esta maniobra, sin garantía de un apoyo suficiente para su materialización, resulta todavía más difícil de explicar. Pero no es costumbre del PNV lanzarse al vacío sin red, por lo que habrá que quedar a la espera de nuevos acontecimientos. -