Afortunadamente en el País Vasco no han faltado hombres y mujeres con sueños, con ideas atrevidas e innovadoras, escritores, poetas, artistas e intelectuales.
En este momento de encuentros y de un intento y, sobre todo, una gran necesidad de diálogo, de que unos escuchen a otros y otros intenten comunicar a otros... existe una gran necesidad de tener nuestros propios líderes, nuestros propios representantes en quienes podamos confiar nuestras reivindicaciones y demandas.
Las personas, de manera individual debemos procurar ser coherentes con lo que sentimos, deseamos, opinamos, soñamos, queremos, luchamos y hacemos, es decir, uno de nuestros muchos compromisos en la vida con no- sotros mismos es intentar ser siempre coherentes con nuestras ideas y con nuestros actos.
Los líderes sociales o políticos tienen aún mayores compromisos, deben ser portavoces de sus colectivos, deben saber comunicar y defender las ideas de quienes les han puesto a la cabeza para que les represente, deben saber trasmitir con claridad y entusiasmo las ideas de otros, puesto que los otros han puesto su confianza en ellos.
Muchas veces me pregunto cómo nacen los líderes, cómo se forman los líderes sociales o políticos. Algunas personas tienen características individuales que les hacen ser buenos candidatos para que nos representen y, ya adquirido el compromiso, es la misma confianza o apoyo de sus colectivos quienes les hacen ser mejores líderes.
Hay muchas cualidades que pueden venir bien a nuestros líderes sociales, una visión clara, sin prejuicios, sin rigidez, con capacidad de ver los aspectos negativos y positivos de los demás y con una visión crítica y autocrítica en cuanto a lo que no estamos haciendo o lo que nos falta por hacer y por qué, con cierta flexibilidad a la hora de tener que tomar decisiones, a la hora de tener que ceder o tener que aceptar límites o reconocer errores, sin apasionamientos, pero sí con entusiasmo a la hora de argumentar y defender ideas, con firmeza, con energía, con lealtad, con serenidad.
En la política, en la religión, en los movimientos sociales, en los partidos políticos, en los sindicatos, en los grupos escolares, en las familias, siempre hay alguien con dotes de liderazgo y muchas veces necesitan sólo una oportunidad para demostrarlo.
Necesitamos líderes con una gran inteligencia emocional, con una buena estrategia social y política, con habilidad para comunicar con claridad y concreción, sin demagogias, sin falsas promesas, con honestidad y compromiso social, pero necesitamos que nuestros líderes estén libres y no en las cárceles o en los cementerios. -