Tras leer en la prensa lo manifestado por la consejera de salud, María Kutz, el pasado 30 de marzo en el Parlamento, en cuanto a que la limpieza de los pabellones E y G del Hospital de Navarra se va a privatizar para ofrecer a los usuarios un servicio de limpieza «más profesional», queremos hacer las siguientes consideraciones: En primer lugar, destacamos que lo que se traduce de sus palabras es que en la actualidad la limpieza no se hace con profesionalidad, lo que de entrada ya supone un insulto para las trabajadoras que desde hace años vienen desempeñando dicha tarea.
En segundo lugar, debemos señalar que tales palabras se contradicen con lo manifestado por la dirección del centro respecto a la calidad del trabajo que estas personas vienen llevando a cabo.
Pero lo más curioso es lo que dice la consejera en cuanto a que la empresa va a subrogar a parte de estas trabajadoras. O sea, que hasta ahora, y después de varios años de servicio, no son suficientemente profesionales, y de repente se obra el milagro: pasan a trabajar en la empresa privada y automáticamente se vuelven profesionales. En fin, «cosas veredes que te harán maravillar».
Por otro lado y siguiendo con las sorpresas, cuando todos pensábamos que la finalidad de las empresas privadas es ganar dinero, para lo cual no escatiman medios (ahorro de personal o de material, en consecuencia peor servicio), resulta que no, que la consejera nos descubre que son una especie de ONG, cuya finalidad existencial es ofrecer el mejor servicio al ciudadano.
La realidad es que ninguno de los servicios privatizados hasta la fecha, ni uno sólo, funciona mejor (pregunten a los usuarios) que los prestados por la Administración con medios propios. Debería sonrojarse la consejera diciendo estas cosas cuando la propia Cámara de Comptos en un informe sobre la limpieza en los hospitales, y refiriéndose al pabellón D del hospital, único que hasta la fecha se realiza por la empresa privada, señalaba textualmente: «se realizaron dos inspecciones formalizadas que pusieron de relieve deficiencias en la prestación, especialmente en la limpieza de cristales exteriores que no se limpiaron ni una vez en todo el ejercicio». Gran profesionalidad la de la empresa.
Pero está claro que no les da vergüenza decir ésta o cualquier otra cosa para justificar la privatización, aunque no guarde la mínima concordancia entre lo que se dice en un sitio o en otro. Así, desde la Gerencia del Servicio Navarro de Salud-Osasunbidea se nos dijo que el motivo era porque este servicio estaba privatizado en todos los sitios (¡bravo por la Comunidad diferenciada!). En la reunión con el representante del grupo parlamentario de UPN, se nos dijo que por motivos de economía; es más, se nos aseguró que si no resulta más barato, no se llevaría a cabo. Y ahora la consejera dice en el Parlamento que el motivo es para dar un servicio más profesional. ¿En qué quedamos?
La verdad es, como venimos defendiendo, que no se da mejor servicio. La realidad es que la privatización destruye empleos, ya que el mismo trabajo pasa a realizarse entre menos personas, trabajando más horas y en peores condiciones, es decir, además crea precariedad. Y según nuestras cuentas, que hasta la fecha nadie ha invalidado demostrando otras diferentes, lo cierto es que la limpieza de estos dos pabellones va a costar por encima de los 100.000 euros más que en la actualidad.
Con la privatización, en definitiva, no vemos que salgan ganando ni las trabajadoras, ni los usuarios, ni los contribuyentes. Sólo vemos un beneficiario claro, que no es otro que el dueño de la empresa adjudicataria, y que se va a embolsar el dinero de los ciudadanos y ciudadanas de Navarra. -
(*) Secretario de la Comisión de Personal de Osasunbidea