Decían desde las filas de EA que éste sería un Aberri Eguna diferente y especial, el primero en años «sin violencia» tras el alto el fuego de ETA. Bueno. Que sobre miles de navarros pese la prohibición de concentrarnos en la plaza del Ayuntamiento para celebrarlo, como en años anteriores, no me parece el mejor ejemplo de un Aberri Eguna sin violencia. Con el del año pasado le encuentro escasas diferencias, con el de 30 años atrás, tampoco muchas más, o sea que tampoco me parece ni diferente ni especial. Pero podía haberlo sido.

El delegado del Gobierno en Navarra ha debido de ver en la convocatoria de Udalbiltza una muy buena ocasión para aportar al proceso de paz una dosis de irresponsabilidad, represión y mala leche. Detrás ha ido el TSJN para darle un barniz de legalidad a las prohibiciones. Nos cuenta que los solicitantes de las convocatorias de Iruñea, Irurtzun y Lizarra eran candidatos de plataformas ilegalizadas y que «social y políticamente, es razonable entender que cuando un político que se presenta como cabeza de lista convoca a la sociedad a reunirse no lo hace a título personal, sino en nombre de la candidatura». Lo razonable social y políticamente es entender que tras esa candidatura ilegalizada hay miles de ciudadanos a los que se ha intentado silenciar y que éste es el peor de los momentos para respaldar actuaciones de este tipo, sobre todo escudándose en leyes diseñadas para la regresión o la anulación total de los derechos. Pero la sombra de PP-UPN es larga, densa y retorcida, verdad?

Y mientras tanto, el PNV que ante hechos como éstos calla y otorga ­tampoco es el único­, advierte que luchará si entre PSE-EE y Batasuna se plantean hacer «una pinza» que retrase la normalización política. No sé si pedirle que defina normalizar o que defina retrasar. O que defina luchar. Para el PNV, esos términos deben de tener un significado que desconozco. Hasta el momento, se diría que el proceso no va con ellos, o en todo caso, que ellos lo resolverán por su cuenta, al margen de actos e iniciativas conjuntas y otras pluralidades al parecer molestas.

Sobre la izquierda abertzale sigue cayendo el peso de las medidas represivas y criminalizadoras dictadas durante el Gobierno de Aznar y se mantiene a un amplio sector de la ciudadanía vasca privado de sus derechos civiles y políticos. Persecuciones, encarcelamientos, detenciones, prohibiciones; Ertzaintza, Policía, forales y Guardia Civil; Balza o RipaŠ Y agentes políticos que aún no han asumido con decisión sus responsabilidades. Aún queda camino para un Aberri Eguna diferente, especial y sin violencia. -