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Gara > Idatzia > Iritzia > Kolaborazioak 2006-04-16
Antón Borja - Profesor de la UPV
VW y el desarrollo económico de Navarra

En las últimas semanas Volkswagen es noticia en los periódicos. Ha aumentado la conflictividad laboral, ante los no acuerdos en las negociaciones de convenio. La dirección de la empresa responde con la amenaza de reducir en un tercio la capacidad de producción de su planta de Landaben, de 300.000 a 200.000 coches anuales. Para una factoría que cuenta con 4.260 trabajadores el impacto en el empleo, no conocido, puede ser importante.

¿Está Volkswagen en crisis económica? No parece, dado que los beneficios netos han sido en 2003 y 2004 de 14,7 y 21,4 millones de euros, respectivamente. Pero sí se están produciendo en los últimos años reestructuraciones y deslocalizaciones en varias empresas del sector. Y el caso de Landaben se relaciona siempre con la planta de Bratislava (Eslovaquia), en la que también se fabrica el modelo Polo. Para el año 2002, el salario medio en las factorías alemanas era de 2.404 euros, en Landaben oscilaba entre 1.503 y 1.803, y en Bratislava era de 391. Pero el salario no es el principal coste de producción, estimándose que en Landaben es de 8% del total, por el grado de automatización alcanzado, superior al de Bratislava (donde 8.200 trabajadores fabrican 60.000 uni- dades del Polo).

Según diversos estudios el contenido de trabajo de la industria del automóvil es bajo. Los costes salariales representan el 10% de los costes de ensamblaje y montaje de piezas y componentes y el 5-7% en el caso de fabricación de motores, lo cual no es obstáculo para que los costes salariales bajos sean un factor atractivo en un contexto de aguda competencia. Es significativo lo dicho por el presidente del grupo Volkswagen, Sr. Pischetsrieden: «España ya no es un país tan competitivo para producir automóviles como lo era antes. Su atractivo se ha reducido».

E incluso se ha reducido el grado de automatización de la línea de montaje dados los bajos costes salariales. El caso de Renault es significativo: eligió un grado de automatización menor para su factoría de Dacia (Rumanía) donde los costes salariales son considerablemente bajos (150 euros/mes) en comparación con los de la planta francesa en Flins. La fábrica de Dacia emplea, al menos, a 13.000 asalariados, a dos turnos, para producir 100.000 coches/año, mientras los 5.000 empleados de Flins producen 300.000 coches. Como se puede apreciar la flexibilidad constituye un factor complemen- tario de la localización de ciertas plantas industriales.

De cualquier modo en el caso de Landaben-Bratislava, tanto el grado de automatización de Landaben como las inversiones realiza- das (293 millones euros entre 2000-2004) y una productividad elevada (ratio hombre/coche más alto de Euro- pa) señalan claramente la rentabilidad de esta empresa. Lo que sucede es que estas empresas multinacionales además de utilizar la logística, comercio intraempresa, mercados emergentes y diferencias salariales entre países, buscan su rentabilidad por encima de todo. Que en el caso de Landaben, los trabajadores hayan perdido un 13% de su sueldo por los no acuerdos de convenio y su congelación, así como otros derechos adquiridos, no les preocupa en exceso, es un conflicto en la «periferia». Además, con la presión que los dirigentes de Seat-Volkswagen han ejercido en la planta de Martorell, consiguiendo gran parte de sus objetivos (despidos y prejubilaciones incluidas) se trata de crear una atmósfera en la que la cesión sea la única salida.

¿Y el Gobierno de Navarra qué hace? Propone un arbitraje tan escorado hacia el equipo directivo-empresarial, que es rechazado por los trabajadores. Pero después de dar una medalla de oro a la empresa en 2004, por su contribución a la economía de Navarra, y teniendo en cuenta las cuantiosas ayudas a la inversión y a la creación de empleo, habría que exigir más a esta empresa y evitar cualquier tipo de deslocalización, aunque sea parcial, exigiéndole en su caso, la devolución de las ayudas (¿y de la medalla?...). El conflicto de Volkswagen trasciende a la propia empresa, dada la es- trecha relación con otras que elaboran componentes y material auxiliar del au-tomóvil, estimándose en 15.000 empleos, al menos, los que están bajo su área de influencia.

Como es conocido, las multinacionales están fuertemente implantadas en territorio navarro (115 en 2005). De las 30 mayores empresas industriales, 20 están mayoritariamente participadas por capital extranjero y representan el 25% del empleo industrial real. La ola deslocalizadora que de Europa Occidental hacia los países del este europeo o hacia otras latitudes debe hacer reflexionar a los agentes económicos y sociales. Si recientemente Sanyo dejó Tudela, la dirección de la empresa Schneider Electric de Burlada plantea que cerrará la planta para 2008, trasladando parte de su producción a Brasil y a Chequia; no es descartable que otras multinacionales implantadas aquí busquen otras localizaciones.

Es significativo que los poderes públicos confíen ciegamente en la iniciativa privada para que modele el desarrollo económico, cuando, en la economía del conocimiento, los poderes públicos han de ser motores del proceso, combinando capitales públicos y privados, invirtiendo en sectores emergentes, modernizando sectores «maduros» entre otras actividades. De las multinacionales implantadas no se puede esperar modernización ni transferencia de tecnología para otras empresas del territorio. Un estudio señalaba que el 45% de las multinacionales operantes en Navarra no realizan actividades de innovación, dada la falta de auto- nomía de las filiales, la no necesidad de investigar (ya lo hace la casa matriz) así como la falta de tiempo y de personal cualificado.

Una estrategia para modernizar y equilibrar el tejido productivo supone diversificar la producción indus- trial, superando la situación actual caracterizada por la existencia de varios subsectores de demanda débil o media, no potenciándose las industrias de mayor valor tecnológico (electrónica, telecomunicaciones, etc...).

En la esfera productiva, además de la industria (y su necesaria modernización tecnológica) conviene no olvidar la agricultura y sector agroalimentario. ¿Se seguirá la senda de producir y vender productos transgénicos? Una estrategia de soberanía alimentaria inspirada en el desarrollo sostenible supone: ­obtener productos agrarios de calidad alimentaria y en cantidades suficientes para garantizar el abastecimiento de la población; ­mantener un equilibrio con el medio-ambiente; ­gestión adecuada del territorio; ­mantenimiento de agricultores y ganaderos en el territorio.

En el ámbito de los servicios es preocupante su poco peso para empresas (consultorías jurídicas, ingenierías, etc...).

Una reorientación socioproductiva implica una intervención proactiva del sector público, impulsando la creación de una Agencia de Desarrollo Navarro; dedicando más recursos a la I+D; fomentando una fiscalidad para el impulso industrial (actividades respetuosas con el medio-ambiente, cogeneración, creación de empleo estables...); potenciando la implicación de los trabajadores en la dinámica de las empresas, con capacidad de negociación estratégica (potenciar comités de empresa europeos, en el caso de multinacionales, con capacidad de tomar decisiones estratégicas), y capacidad para desarrollar planes de formación continua estratégica, diseño de infraestructuras físicas que potencien la accesibilidad y co- nexión de las diversas zonas del territorio navarro, manteniendo y protegiendo la sostenibilidad ambiental.

Estos serían algunos aspectos importantes de un modelo socioeconómico integrado, que ha de incluir variables sociales y culturales. Una sociedad y una economía comunitaria que potencie la cohesión social no puede marginar sus señas de identidad, plurales, pero reales. Se precisa por tanto una actuación compartida, desde los diferentes territorios de Euskal Herria para articular un modelo de país libremente aceptado, más integrado. No se puede seguir construyendo espacios económicos a espaldas unos de otros. Por tanto, hay que aunar esfuerzos para obtener una mayor integración socioeconómica de los espacios de Euskal Herria. -


 
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