Un acorralado Berlusconi trata por todos los medios de aferrarse al poder
Desautorizado incluso por los suyos por su terca negativa a reconocer la derrota, Silvio Berlusconi retomó ayer su propuesta de acuerdo gobierno compartido con los ganadores de la Unión, de Romano Prodi, siquiera sobre aspectos parciales y «limitado en el tiempo». Un tiempo de impunidad judicial que se le agota a Il Cavaliere a cada hora que pasa, a no ser que sus cantos de sirena encuentren eco en los más tibios líderes de la coalicíon vencedora.
ROMA
El todavía primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, vio cómo su propio Ministerio de Interior mojaba en agua uno de sus últimos cartuchos, al reducir a alrededor de 5.000 y no 80.000 como pretendía Il Cavaliere los votos que quedan por verificar antes de que el martes se haga público el recuento definitivo de los comicios generales del pasado fin de semana.
Un puñado de votos que, aunque fueran todos a parar a la Casa de las Libertades de Berlusconi cosa harto improbable no serían suficientes para invertir la victoria, ajustada pero victoria, de la Unión, amalgama de partidos que engloban desde los comunistas hasta el centro, liderada por el profesor Romano Prodi.
En una carta abierta al diario “Corriere della Sera”, Berlusconi reiteró su tesis de empata técnico llegó a hablar de su «victoria moral» en los comicios, aunque utilizó un tono más comedido que durante las 48 horas que siguieron al cierre de los colegios, el pasado lunes.
En esta línea, y consciente de que su desalojo del poder puede ponerle al pie de los caballos de la infinidad de causas judiciales en su contra, el todavía primer ministro reromó su propuesta de un acuerdo de gobierno con los vencedores, aunque esta vez lo limitó en el tiempo y en el espacio, con la vista puesta en la inminente elección del presidente de la República italiana.
Ardid que no pasó desapercibido a su rival, Prodi, quien exigió a Berlusconi que pida «excusas» por haber denunciado fraude en los comicios.
El secretario de Democráticos de Izquierda (antiguo PCI), Piero Fassino, no rechazó un eventual debate pero «sin ninguna confusión sobre quien gobiernam centroizquierda, y quien está en la oposición».
Sus aliados marcan distancias
La Alianza Nacional (postfascista) mostró su rechazo a acuerdos con la Unión, «aunque sean limitados en el tiempo». La Liga Norte (racista) fue más allá y, tras tildar de «desconcertante» la propuesta de Berlusconi, le acusó de no haber consultado a sus aliados con lo que auguró «destruirá» la Casa de las Libertades. -
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