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Gara > Idatzia > Kultura 2006-04-22
Ian GIBSON | Biógrafo
«Los amores frustrados hicieron a Machado sentirse un perdedor»
Seis años ha pasado Ian Gibson (Dublín, 1939) siguiendo los pasos a Antonio Machado, recorriendo los lugares que él pisó, buceando en las cartas que escribió, investigando en los documentos que dejó. El resultado es «Ligero de equipaje. La vida de Antonio Machado» (Aguilar), la primera gran biografía sobre el popular poeta sevillano, que su autor ha presentado estos días en Bilbo.

El irlandés Ian Gibson, exhaustivo biógrafo de Federico García Lorca, ha escrito un relato minucioso de la vida de Machado, un poeta que le fascina desde hace cuarenta años. La investigación sobre el personaje ha conllevado un largo trabajo de campo. «No puedo escribir con autenticidad si no visito los sitios. La bibliografía sobre Machado es inmensa, no he podido leerla toda, pero he querido localizar a la gente y he dedicado mucho tiempo a sus rincones de Sevilla».

Gibson, que recomienda que su libro se lea con las Poesías Completas de Machado al lado, comienza dedicando un capítulo entero a la «extraordinaria» familia del poeta. «Su abuelo, Antonio Machado Núñez, es un personaje que se merece una biografía. Fue una familia muy progresista, intelectual, anticlerical, bastante masónica. De aquel ambiente viene Machado». También le parece significativa su «timidez», y la pérdida de un amor temprano que Gibson ha creído descubrir leyendo con atención su primera obra. «No sé si era una niñera, una muchacha de las muchas que había en la casa, pero en ‘Soledades’ ya se ve que hay un amor fracasado que hace que se sienta perdedor, historia que se repite a lo largo de su vida». Yes que, como cuenta en su libro Gibson, el autor de “Campos de Castilla”, destrozado por la prematura muerte de su mujer Leonor, se ve frustrado años más tarde por la pasión que siente hacia una mujer casada a la que en sus poemas llama Guiomar y cuyo nombre verdadero es Pilar de Valderrama. «Ese fue un encuentro extraordinario en la vida de Machado. Cuando ella llega en su busca, él se enamora instantáneamente. Es terrible, porque Pilar le deja claro que su condición de esposa, madre y católica no le permite dejar paso a una relación física. Yél acepta, con tal de verla». Toda esta historia de amor está contada post-mortem por la propia Pilar de Valderrama en “Sí, soy Guiomar” (1981), en un testimonio que Gibson acoge con muchas reservas. «Pilar destroza casi toda la correspondencia que le escribió Machado, y la que no quema, la manipula. A mí esto, como biógrafo, me hace sufrir mucho, porque en esas cartas el poeta volcó todos sus sentimientos». Pero, aunque el historiador piense que «hay que ir con mucho cuidado» con la versión de Valderrama, ve muy claro que la relación que mantuvieron fue «apasionada». «El acepta con la esperanza de que algún día cambien las cosas. Pero sufre mucho y esa relación da lugar a algunos de los poemas más conmovedores de la lengua española». Otra de las frustraciones de Machado fue la República. «El nace en el 75, cuando se acaba de perder la I República. Luego vive la Segunda República con intensidad, pero también la pierde, antes de morir». Una muerte, la suya, muy triste. «Terrible. En medio de la guerra. El, en Valencia, defendiendo la legalidad republicana, y su hermano Manuel, al que adoraba, en Burgos, escribiendo sonetos a Francisco Franco. Y después, la huida enfermo a través de la frontera en condiciones deplorables, con la madre muriéndose y los aviones italianos ametrallándolos. No pudo superarlo».

Lorca y Machado

Gibson ha investigado también en la relación entre Lorca y Machado. «Cuando Federico conoce a Machado, tiene 18 años y es pianista. Cuando vuelve a ver a Machado al año siguiente, ya ha empezado a escribir. Yo creo que hay una influencia de Machado sobre el primer Lorca. Lorca también es un poeta que ha perdido un amor en la infancia y ve lo mismo en los poemas de Machado».

Ian Gibson no puede quitarse a Lorca de la cabeza. Su obsesión por el autor de “Yerma” le llevó a residir durante catorce años en un pueblo de Granada y a investigar largamente sobre la muerte del poeta. Ahora se ha establecido de nuevo en Madrid porque, asegura, «no aguantaba tener tan lejos la Biblioteca Nacional».

Lorca, como Machado, han sido personajes que le han fascinado, algo que no le ha ocurrido con todos los que ha investigado. «Con Dalí me pasó que, a mitad de camino, me di cuenta de que ya no me gustaba tanto. El primer Dalí, el de la Residencia de Estudiantes, es fantástico; pero el posterior, el payaso que se rodea de gente a la que no aprecia, no me gusta nada». Qué decir de Cela, cuya biografía aceptó escribir por encargo, pese a que el personaje público no le gustaba «nada». «Mi mujer dice que aquel fue un año perdido. Yo no quería hacerlo, pero acepté. El libro no se vendió nada. Claro, la derecha no quería un libro escrito por mí sobre Cela y a la izquierda no le interesaba». Ahora le atraen Valle-Inclán y Unamuno, pero a sus 67 años lo que más le apetece es «escribir una novela histórica y poder inventar algo, por fin».


 
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