De nuevo ha pasado por la UPNA un defensor de los organismos genéticamente manipulados. A Paul Crhistou lo presenta la prensa local como «uno de los más destacados investigadores mundiales y asesor de la Unión Europea para la materia». Dice que «la falta de seguridad de los transgénicos es una estrategia inventada por los ecologistas» y que «en Estados Unidos se llevan consumiendo 10 años y no ha habido ningún problema».
En contra de lo que dice Paul Crhistou, y debido a su potencial alergénico, se retiró del mercado de EEUU la variedad de maíz Star link, quedando como alimento para animales. Pero en el 2000 se detectó su presencia en tortillas tostadas de la marca Tacobell, es decir, había entrado en la cadena alimenticia humana. Mas de 300 productos derivados de ese tipo de maíz fueron retirados del mercado en todo EEUU, pero la contaminación llegó a Japón y a Corea.
La proteína que supuestamente debía estar en este tipo de maíz apareció incluso en otra variedad distinta, lo cual fue inesperado, aunque lógico en una tecnología cuyos efectos no pueden prever los investigadores con certeza.
Para Christou el riesgo de transferencia genética vía polen «es una polémica estéril», ya que el polen no puede transferirse entre especies distintas. Para evitar esto, sigue diciendo, se establecen distancias mínimas de seguridad entre cultivos. Y yo me pregunto qué ocurre entre plantas de la mis- ma especie y teniendo en cuenta que el polen puede transportarse grandes distancias a través del viento y otros medios.
En 2004 un organis-mo científico de EEUU (científicos preocupados de EEUU) presentó un informe, mostrando que altos porcentajes de semillas convencionales de soja y maíz de este país están contaminados con ADN transgénico. Alertan sobre la desaparición futura de las semillas libres de transgénicos y la amenaza de contaminación de la cadena alimenticia con transgénicos modificados para producir fármacos y productos industriales.
El diario New York Times informó con preocupación en un editorial sobre este asunto, poniendo como ejemplo la contaminación del maíz en México, «hogar ancestral del cultivo y lugar de la mayor diversidad de éste». Decía también que «contaminar las variedades de cultivos tradicionales es contaminar la reserva genética de las plantas, de las cuales ha dependido la humanidad en gran parte de su historia».
La contaminación ya existe, la han provocado. Lo que necesitamos no son más transgénicos (que no suponen ningún avance ni como nutrición ni como medicina), sino un no a su implantación tan grande como la magnitud del experimento a que nos someten, con altavoz, desde foros universitarios tan propicios como la UPNA.
Pedro Osés Navaz - Miembro de Ekologistak Martxan (Iruñea)