Cuando en tiempos del PP, ETA declaró una tregua, la única gestión de la misma que llevó a cabo el Ejecutivo de Madrid fue decir a todas horas que era una tregua-trampa, detener a los interlocutores y dejar pasar el tiempo sin hacer nada para resolver el problema de fondo. La situación era cómoda, porque ETA no actuaba a cambio de nada y dejaron pudrirse la situación hasta que pasó lo que pasó, cuando la organización armada vasca decidió reanudar su actividad al constatar que aquel era un camino cegado.

Parecía que en la actual coyuntura la marcha del proceso iba a ser diferente, pero se ha puesto de moda hablar de que hay que verificar y lógicamente, si unos quieren verificar unas cosas, otros exigen verificar otras, y ahí andamos todo el día con las verificaciones arriba y abajo.

Es fácil pasar del blanco al negro, del amor al odio y de la verificación a cualquiera de sus antónimos: omisión, negligencia, olvido, incumplimiento. Por eso, uno es más partidario de la lubrificación del proceso que de la verificación. Los portavoces del Gobierno de Madrid, incluso su presidente, dicen que se ha verificado a través de informes policiales que el alto el fuego de ETA es real y en todos los campos, por lo que lo normal parece ser que se avance en el necesario proceso de diálogo, sobre todo antes de que las maniobras reventadoras del PP y de su sucursal UPN tomen cuerpo. Sanz, tan navarro él, no duda en recabar el apoyo del Gran Hermano Castellano, del Primo de Zumosol, no vaya a ser que le toquen la finca. El augur mañanero de la emisora episcopal exige incluso que Rajoy se quede a vivir en Navarra, la zona más en peligro de la desmembrada España, ya que va a ser entregada a la ETA. Mientras, Mariano dice que la verificación precisa es que ETA deje las armas como lo hizo el IRA. Olvida que el IRA no lo hizo «gratis total» como él pretende, sino a cambio de contrapartidas, tanto en materia política como en la de liberación de presos, por lo que su pretensión no son más que ganas de dormir el proceso como a una chiva, como hicieron cuando gestionaron ellos la tregua con nefastos resultados. Además, basta con leer los comunicados de ETA en la prensa, para apreciar que el paso dado por la organización armada lo ha sido en clave de proceso y que el paso no se da sobre el vacío. Así que parece un disparate tratar de repetir la gestión del anterior proceso en el actual, salvo que lo que se pretenda sea encallarlo, que fracase otra vez, que parece el deseo no sólo de Sanz y Rajoy, sino de la líder autonómica San Gil, que chincha y rabia porque todo el protagonismo es para Otegi y Batasuna. Ya dice el refrán, que si la envidia fuera tiña, ¡cuántos tiñosos habría! -