Los partidos políticos que conforman Galeuscat, CiU, BNG y PNV, se dieron cita ayer en la sede de esta última formación, en Bilbo. La reunión se produce en un momento de graves dificultades para la puesta en marcha de una mesa de partidos que aborde las claves del conflicto político y canalice un acuerdo que permita a la ciudadanía vasca pronunciarse sobre su futuro.

No fue, sin embargo, esta cuestión la que suscitó las reflexiones públicas de los representantes de las formaciones nacionalistas que dan cuerpo a Galeuscat. En su comparecencia no se realizaron aportaciones efectivas a la puesta en marcha de un foro de diálogo resolutivo ni tampoco se concretaron iniciativas para hacer valer el derecho a decidir de los ciudadanos y ciudadanas. Por el contrario, los portavoces de CiU, PNV y BNG, se ofrecieron una vez más al Estado para contribuir a su hipotética transformación en un ente que se muestre más respetuoso con las naciones que dependen hoy de su estructura jurídico-administrativa. Una propuesta para construir un Estado, el español, que cuando se cumplen dos meses desde la proclamación por ETA de un alto el fuego permanente sólo ha respondido en clave de intensificar la persecución de ideas políticas en Euskal Herria.

Aunque los integrantes de Galeuscat recalcaran que su oferta de construir un Estado ­que, por cierto, ya existe­ debe hacerse desde la libre elección, la propuesta en sí misma hace pivotar su acción política en el pacto con el partido que gobierna en Madrid, aunque ello implique, como lo demuestra el acuerdo CiU-PSOE, dejar de lado lo decidido en las instituciones más cercanas a los ciudadanos. A la vista de experiencias como la catalana, resulta preocupante que la dirección del PNV se deslice por la senda de alimentar a un Estado, al que le queda una larga senda democrática por recorrer, en vez de centrar sus esfuerzos políticos en construir un acuerdo que permita a nuestro país ser el interlocutor natural de los estados español y francés, llamados a respetar lo que decidan los vascos.

En vísperas del referéndum de autodeterminación que hoy protagonizará Montenegro, y al que el Gobierno de Lakua ha mandado una delegación, resulta chocante que la dirección del partido mayoritario en ese ejecutivo haga apuestas, no en la línea de construir un futuro propio, como la pequeña república balcánica, sino de hacer de tabla de salvavidas de un estado autonómico que hace aguas. -