Raimundo Fitero
Códigos
Voy a quedarme expuesto al sol, la brisa sureña y la intemperie primaveral: tengo desde hace meses el famoso Código da Vinci. No lo he abierto. No sé si lo haré. Me empieza a molestar su presencia. Es como si el objeto estuviera endemoniado. Dos veces se me ha caído de la estantería. Tres veces he vertido sobre él líquidos en la mesilla, en la mesa y en una silla. Nadie de los que me visitan se lo quiere llevar. Todos tienen excusas creíbles. No me atrevo a convertirlo en masa de papel reciclable por si acaso sufro maleficios. Por eso atiendo tanto a todas las noticias, declaraciones, batallas y tormentas que genera.
Ahora es la película, que tiene una de las campañas de publicidad más bestias de las últimas superproducciones. Hasta el Opus tiene intereses. Una razón para exorcizar el libro, el dvd, los cines, los programas de televisión. Iker Jiménez ocupa casi toda la noche del viernes en Cuatro hablando del famoso libro, de la película, de sus errores históricos, de sus tesis. Supuestos y tibios laicos contra creyentes. Historiadores divinos, contra historiadores técnicos. La irracionalidad contra la condescendencia. No es posible aguantar mucho tanta demagogia. Sin un código pactado es imposible entenderse. Cuando el primer paso del código es aceptar por fe la revelación, el asunto es tribal, fetichismo, superchería. Aunque tengan siglos a sus espaldas matando por esa fe y construyendo catedrales.
Comprendo que sea imprudente meterse con las creencias mayoritarias, pero ahora mismo lo que se discute se refiere a la virginidad de la madre de Jesús y de si la Magdalena era una prostituta, su amante, o su esposa. Estar horas y horas discutiendo sobre estos asuntos, intentar convertir los evangelios en libros históricos, es perpetuar la oscuridad. Perdonen el atrevimiento, y no entiendan que comparo, pero a golpe de mando a distancia se emitía a la misma hora “¿Dónde estás corazón?”, y se hablaba de otra muerta que parece procurar todavía muchos milagros económicos, Encarna Sánchez, y todavía está por descubrirse el código de su caja fuerte. Cuando tengo problemas de fe llega Eurovisión y me reafirmo. -
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