«Y, naturalmente, Navarra es España»
La frase, como no podía ser de otra forma, la utilizó el presidente Miguel Sanz en el acto de «reafirmación de la españolidad de Navarra» celebrado por UPN, el pasado domingo, en Baluarte de Iruñea. A pocos metros de esta instalación cultural, un brote de legionella, que ha tomado ya dimensiones de epidemia, obligaba a movilizar los servicios sanitarios de Osasunbidea, ente público cuyo logro es patrimonio de los contribuyentes navarros pero que el partido de Sanz no dudó en incluir entre los vídeos de exaltación de lo conseguido bajo su gobierno, el mismo que, por cierto, recorta las pensiones de viudedad.
En Osasunbidea se ha actuado con celeridad ante un brote epidémico que afecta ya a más de un centenar de ciudadanos, la mayoría de ellos, por fortuna, de forma más bien leve. De su parte, la Consejería de Salud ha informado puntualmente de los casos, así como de las medidas adoptadas para situar el origen de la infección. Si la respuesta tras el brote se ha demostrado globalmente correcta, las dudas persisten en la fase previa a esta crisis.
En este sentido, no cabe secundar a Sanz, que con tanta dosis de confianza proclama que «naturalmente, Navarra es España». Y es que Nafarroa depende, efectivamente, de lo regulado en el Real Decreto 909/2001, por el que se fijan los criterios sanitarios para la prevención y el control de la legionelosis. Sin embargo, desde sectores diversos, entre ellos el que centra el citado decreto, el de equipos de frío y calor, se viene advirtiendo sobre la necesidad de adaptar una normativa incompleta, que se ha demostrado poco eficaz para abordar un problema que aumenta año a año, asociado en parte a la proliferación de tecnologías que aportan confort a las personas: agua caliente, humidificadores, yacuzzis y, cada vez más, aire acondicionado. Ni en Madrid ni en Iruñea han respondido a las quejas.
La legionella tiene su hábitat natural en la superficie de lagos, estanques, ríos... pero sólo llega a ser un problema para la salud cuando penetra y prolifera en la red sanitaria o en circuitos que funcionan con agua. Por ello, velar por la calidad del agua en el punto de captación y luego ya en circuito es básico. El riesgo cero no existe pero cuando, como en este caso, se clausuran torres de refrigeración no declaradas, algo no va. Y no vale con mirar sólo hacia esa normativa estatal deficiente para la que «naturalmente, Navarra es España». -
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