Existen algunas técnicas terapéuticas en las que podemos observar cómo pasamos nuestras neurosis, miedos o inseguridades de generación a generación, pasamos culpas, orgullos o vanidades, dolor, tristeza; transmi- timos incluso rasgos de personalidad. Por ejemplo, se trasmite la desconfianza hacia los hombres, o dependencia emocional. Podemos encontrar familias de mujeres con más autoridad que el hombre, o mujeres sumisas. Esto tiene que ver con la educación familiar y con mensajes que tramiten las abuelas a las madres y éstas a las hijas.
En alguna formación donde la mitad del grupo era de Barcelona y la otra mitad habíamos ido del País Vasco, tuve la oportunidad de presenciar una técnica de terapia sistémica familiar que se llama Constelaciones Familiares y donde podemos ver o interpretar alienaciones y alianzas familiares .
En una de las constelaciones familiares había que representar a un vasco y a un militar o guardia de partidos enfrentados en la época de Franco. De repente se inició una histeria colectiva: todos los del País Vasco comenzamos a llorar con mucho dolor y sentimiento. Los terapeutas que daban la formación estaban no sólo sorprendidos, sino que no se explicaban qué estaba pasando.
Todos los que llorábamos comprendíamos que estábamos llorando no solamente nuestro propio dolor, sino que, sobre todo, llorábamos el sufrimiento y el dolor de abuelas y madres de generaciones pasadas, además del dolor compartido del presente.
La terapia humanista trabaja mucho las emociones, la rabia, la impotencia la frustración, el resentimiento por duelo, pérdida o cualquier situación traumática y cualquier otro sentimiento que todos llegamos a sentir por diferentes razones. En esa ocasión era el pueblo vasco quien lloraba, con dolor y con rabia, con resentimiento y con tristeza, es un dolor colectivo que se siente y se percibe, aunque no siempre se puede reconocer públicamente ni explicar con palabras.
No es necesario entender o creer en estas técnicas, lo importante es saber que muchos de nosotros compartimos no sólo ideas y reivindicaciones sociales, sino también emociones y sentimientos. Creo que esto de alguna manera nos hace ser más fuertes.
Compartimos también el deseo de que se respete a los vascos y una forma de respetarlos es que nadie falte en una mesa donde se va a discutir el futuro o la paz del País Vasco, sobre todo aquellos partidos que injustamente han sido ilegalizados y no reconocidos a pesar de que todos son y se sienten vascos.-