Raimundo Fitero
Columna
Una entidad aseguradora ha cambiado su estrategia de ventas, o al menos su estrategia de convencimiento para los futuros aseguradores, y nos ofrece un anuncio que es auténticamente gamberro. Diría que divertido. Incluso infantiloide si me pongo a pensarlo desde una atalaya veraniega. El personaje protagonista es una columna de un parking. ¿A que les suena?
Se trata de un actor embutido en goma espuma y pintado como una columna. Una columna igual a las otras columnas del espacio donde se graba el spot, pero que habla. Y lo hace un actor con bigotillo, simpaticote, aunque a la vez se vean actitudes con aires maliciosos. Se trata precisamente de esa columna, la columna maldita, la que después de tres mil veces de pasar por su lado, un buen día se mueve y nos roza el coche por la parte trasera. Nunca somos nosotros los que hemos medido mal la maniobra, es esa pérfida columna la que se mueve, adelanta un poco el pie, saca barriga y ¡zas!, nos hace una raya en el alerón derecho trasero.
Y es en ese juego en donde se coloca el creador del anuncio, y lo resuelve con bastante sentido del humor, hasta que claro, la única solución ante la columna traidora es tener un buen seguro que no te busque mucho las cosquillas cuando vas a hacer un parte diciendo que te ha dado la columna. ¿Tiene seguro la columna? Recuerdan lo del ojo en el puño, pues aquí al revés. Estamos ante un anuncio de estética de perfil popular, sin alardes, casi rudimentario, pero con gran contenido, ya que es cierto, una vez que la columna se ha movido, todo lo que intentamos para alejarnos de ella es contraproducente y nos damos con otra columna o con la misma, y las rayas aumentan, la sensación de pérdida de confianza en uno mismo aumenta hasta llevarnos al borde de la renuncia al coche, al garaje soterrado y quien lo inventó. De momento, el hombre columna me ha hecho la columna. Y solamente hay algo peor que una columna: el pivote fantasma que se oculta siempre. -
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