La espectacular redada que Scotland Yard llevó a cabo el pasado viernes en el este de Londres, sigue siendo motivo de especulación. Hay muchas dudas y la Policía Metropolitana, hasta ayer, no había aclarado casi ninguna de ellas.En la operación policial, que se saldó con dos arrestos, participaron más de 200 agentes. El servicio de la inteligencia británica, MI5, les había alertado de que en una casa de la zona de Landsdown Road podría haber un dispositivo químico potencialmente peligroso para la salud pública y que estaría relacionado con «actividades terroristas». Scotland Yard entró en la casa de los hermanos Kahar, de origen bangladeshí, en mitad de la noche y uno de ellos, Mohamed Abdul, de 23 años, recibió un tiro en un hombro, por lo que fue trasladado al hospital.
La Policía no mencionaba en su informe de dónde provino el disparo. Algunas informaciones en la prensa, que citan fuentes cercanas a la Policía, aseguran que hubo una refriega y que, en medio de la confusión, Abul Koyair, el hermano menor, habría disparado accidentalmente contra Mohamed Abdul. Los hermanos Kahar, a través de sus abogados, han negado este extremo y sostienen que fue un agente de la Policía quién realizó el disparo «a corta distancia». «Le despertaron a las cuatro de la madrugada con gritos, le sacaron de la cama en pijama, obviamente desarmado, y sin nada en las manos le llevaron hacia las escaleras», declaró la abogada de Mohamed Abdul a la BBC.
La duda sobre el origen del disparo y el hecho de que hasta ayer no hubieran encontrado rastro del supuesto dispositivo químico, desató en la prensa británica multitud de especulaciones sobre la operación. Más de uno hizo despertar al fantasma de Charles de Menezes, el joven brasileño que murió al ser tiroteado varias veces por la Policía Metropolitana en una estación de metro de Londres un día después de los atentados del 21 de julio del año pasado.
Entonces, la Policía tampoco admitió en un principio que se había equivocado. Argumentó que había evidencias de que escondía una bomba y que la iba a detonar. Al poco tiempo se descubrió que no había tales evidencias y se organizó tal revuelo que hasta el primer ministro Tony Blair tuvo que dar explicaciones y pedir disculpas públicamente.
No es el caso, al menos todavía, de los hermanos Kahar. Scotland Yard no parece dispuesto a retractarse y sigue justificando que hizo la operación porque «no tenía opción». Fieles a su secretismo, ayer mismo un portavoz de la Policía justificaba su silencio porque comentar el incidente podría entorpecer la investigación en curso de la Comisión Independiente de Quejas de la Policía (IPCC), la misma instancia que llevó el caso de De Menezes.
El primer ministro Tony Blair manifestó ayer que confiaba «al 101%» en la versión policial y negó que la operación haya sido un fracaso.
A falta de pruebas y, por tanto, de cargos que presentar contra los dos jóvenes, la Policía preveía solicitar a los jueces una prórroga de la detención preventiva en virtud de la renovada ley antiterrorista. Blair logró elevar el plazo del arresto preventivo a 28 días, aunque su pretensión original era que fuera de 90. Entretanto, los agentes británicos seguirán registrando la zona.
Musulmanes preocupados
Esta confusa situación ha fomentado la desconfianza y el
temor en la comunidad musulmana que, desde el 7-J, se siente la “cabeza de
turco” de la política antiterrorista del Gobierno. Saeed Butt relataba a “The
Independent” su sensación de que «cualquier noche te pueden despertar por una
redada». Mohamed Azhar, por su parte, se quejaba de que «pueden decir que
cualquiera es un terrorista». «Primero disparan y luego preguntan», añadía. -