LEIPZIG

Y es que los pronósticos son más que evidentes de cara a este segundo choque de octavos. No sólo por tradición histórica, que también, sino sobre todo por la imagen, bien diferente, que han mostrado ambas selecciones en la primera fase del Campeonato. Argentina llega a la eliminatoria como indiscutible líder de su grupo ­que, hay que recordarlo, era el «de la muerte»­ tras imponerse a Costa de Marfil, humillar a Serbia y Montenegro con la mayor goleada del Campeonato, y empatar con Holanda en un partido intrascendente y repleto de suplentes. México, por su parte, sólo fue capaz de ganar a la débil Irán, para empatar con Angola y caer con Portugal, sin llegar a convencer en ninguno de los tres partidos.

Pero como el fútbol suele estar peleado con la lógica, desde la albiceleste recuerdan que «no importa el presente de cada uno para un partido de este tipo. Esto es como un clásico que se juega a muerte y muchas veces gana el equipo que anda mal», advierte Roberto Ayala.

En México tampoco se conforman con el papel de cordero. «La presión mayor era pasar la primera ronda ­aseguraba el cuestionado Ricardo Lavolpe­. Ante México estaremos más sueltos, con menos presión, porque se empieza de cero y nadie tiene ventaja».

«Vamos a llegar enteros y con la moral necesaria», añadía Guillermo Franco, que todavía no sabe si partirá en el once titular, en el que las mayores incógnitas pasan, precisamente, por la punta de ataque. Todo pasa por el estado de Jared Borgetti, que se ha perdido los dos últimos encuentros tras lesionarse ante Irán. Si se recupera, acompañará a Omar Bravo en punta, un puesto que también se disputan el propio Franco y Francisco Fonseca.

Por parte argentina, José Pekerman a cuatro jugadores que descansaron en el choque ante Holanda ­Sorín, Heinze, Saviola y Hernán Crespo­ y pierde al lesionado Nicolas Burdisso, que será sustituido en el lateral derecho por Fabricio Coloccini.