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Gara > Idatzia > Iritzia > Ezbaika 2006-06-29
Javier Madrazo | Coordinador general de Ezker Batua-Berdeak
Carta de naturaleza al diálogo

Como ya hiciera nuestro querido poeta Blas de Otero, Ezker Batua-Berdeak lleva años pidiendo para nuestro pueblo la paz y la palabra. Los colectivos pacifistas se han manifestado reiteradamente por la paz y el diálogo. La sociedad vasca ha dado muestras de perseverancia a favor del diálogo. Ahora toca hacer lo propio con la mesa de diálogo político sin exclusiones. Ya lo dijo Borges, la mejor cosa que registra la historia universal es el descubrimiento del diálogo. Al fin y al cabo, sin personas conversadoras la cultura y la política serían inconcebibles.

La violencia hacía difícil esta reivindicación del diálogo de una manera plena, algo que la sociedad vasca siente como un derecho humano, el diálogo, que se ha convertido en un clamor. Precisamente porque sufríamos un diálogo de sordos y una crispación política en la que el diálogo de verdad brillaba por su ausencia.

El diálogo en Euskadi llegó a ser una utopía. Una utopía que necesitábamos para salvar la enorme sima que nos separaba y aún nos separa. Tras ese horizonte caminamos, como nos aconseja Eduardo Galeano. Han sido muchos los intentos bien intencionados. Lo fueron los encuentros bilaterales entre partidos. Ajuria Enea también lo fue. Las grandes manifestaciones contra la violencia y por la paz. Lo fue Lizarra. Lo es de una manera más sólida el actual Gobierno Vasco apoyado en nacionalistas vascos y federalistas republicanos. Es diálogo. Ha habido que intentarlo todo. Lo fue el paso que dio Batasuna en Anoeta. Diálogo interior.

Cuando hace poco más de tres meses, en marzo, ETA anunció su alto el fuego permanente, sentimos que nuestra lucha por la utopía nos traía los frutos deseados. También es un fruto del diálogo el anuncio de Zapatero para que su Gobier- no contacte ahora oficialmente con ETA.

Toda la sociedad vasca ha realizado sus aportaciones. Los grupos sindicales, los grupos sociales, la cultura, la uni- versidad, las comunidades cristianas, las voces de las mujeres para la paz, la ciudadanía en general. Hemos llegado aquí paso a paso, de la mano de todos y todas. Ahora ha llegado la hora de la paz y del diálogo abierto, un diálogo sin exclusiones. Estamos empezando de nuevo, en una nueva era en la que el entendimiento y la reconciliación substituyan las turbulencias de la historia de nuestro país. Esta es la oportunidad que llevamos esperando toda una vida.

La mesa de diálogo, la mesa o el foro de partidos, se debe iniciar sin más premura, ya, con la conciencia lúcida de que la verdad no se posee, sino que se manifiesta cuando es fruto de un encuentro abierto. Sabiendo que es mucho el trabajo que tenemos encima de esa mesa. Un trabajo ímprobo: el qué y el cómo, la metodología, los acuerdos previos que afiancen las patas sobre las que se asiente esa mesa.

Que nadie retrase más este tiempo en el que Euskadi entera debe dialogar. Activemos cuanto antes un diálogo intenso y no excluyente para que triunfen para siempre las vías políticas, dando protagonismo al conjunto de la sociedad vasca. Pongamos sin más demora en marcha el abecé de la pacificación: alto al fuego, diálogo sin condiciones ni exclusiones, mesa de partidos que nos acerque a un gran acuerdo para que nuestro pueblo pueda ejercer el derecho de decisión que le asiste, comprometiéndonos a ensanchar la democracia sin miedos, manifestando nuestra gran sensibilidad con las víctimas y un planteamiento abierto y generoso con los presos.

Por eso Ezker Batua-Berdeak alienta y defiende la configuración inmediata de la mesa de partidos, porque es mucho lo que tenemos que hablar y solucionar todos los responsables de los partidos políticos de Euskadi. Es nuestro patrimonio, como hemos demostrado con la Ley del Suelo, la txalupa de la que habla Atxaga, esa que une orillas distintas. Europa entera nos está mirando. Por eso mismo, Ezker Batua se concentrará una vez al mes hasta que la mesa para la normalización política y el diálogo se constituya. Que triunfe el diálogo es pedagógicamente la mejor herencia que podemos dejar a nuestros hijos y a las generaciones venideras. La democracia sólo puede salir fortalecida.

El diálogo es un puente que necesitamos ampliar en toda su extensión, un espacio contra los tabúes, los dogmas y las tiranías; una argamasa para cimentar un futuro para la buena convivencia de Euskadi. Necesitamos la paz palpitante y creadora, no el mundo en vilo; la paz en las plazas, no un llanto sordo; la paz en las calles, no el miedo a soñar; la paz en los portales, no la indiferencia o el rechazo; la paz en la cocina, en los valles profundos y en los acantilados de Euskal Herria, no una furia sin sentido; la paz y la libertad en nuestro ánimo y en nuestro corazón. Porque es más necesario que nunca que todas las fuerzas políticas dialoguen sin exclusiones.

Dice Noam Chomsky que a la gente de los países ricos se le ha lavado el cerebro «para que piense que no tiene poder», pero que «las libertades y los derechos no vienen dados». Todos los derechos los hemos ganado con la movilización popular. Después de casi treinta años que recuperamos la democracia para nuestro país, la conquista de la paz se va a convertir en la gran inspiración de nuestra historia. Nadie debe retrasar ese tren. Por eso nos movilizaremos por la mesa del diálogo. Para que los tiempos y los ritmos los marque la sociedad vasca en su conjunto. Este es el proyecto colectivo de toda nuestra sociedad.

Hoy la sociedad vasca vive esperanzada y confiada ante la irreversibilidad de la violencia en nuestro país. Si bien no quiere que el proceso se duerma y se utilice de manera partidista e interesada. La verdad es que asistimos a la desaceleración de la puesta en marcha de la mesa de partidos. Pareciera que el PSOE está más preocupado por neutralizar al PP que en avanzar decididamente por la normalización y la convivencia de Euskadi. Me preocupa que en su planeada hoja de ruta el presidente Zapatero sucumba a la tentación de manejar los tiempos conforme a sus intereses electorales, que le haga situarse a cada momento en la posición que mejor convenga a sus expectativas de voto.

Con las movilizaciones, Ezker Batua recoge el planteamiento de esa ciudadanía que quiere ser agente activo y protagonista de un acuerdo que afiance la paz y que genere auténtica confianza. Impulsar el diálogo de la mesa de partidos no sólo fortalecerá la democracia, sino que llevará a Euskadi a la consecución de bases democráticas más sólidas.

A nadie le parecerá mal la pluralidad de criterios y las diferencias de opinión, la cuestión es cómo encauzamos y gestionamos esas diferencias, y qué aprendemos de las mismas. La política en Euskadi requiere diálogo y entendimiento entre diferentes, porque diferentes somos los que vivimos aquí. Tenemos a la vista la posibilidad de un gran pacto, de un nuevo acuerdo de progreso y prosperidad. Es mejor el diálogo que vivir eternamente enfrentados. Como dijo Alain Touraine: «entre la violencia y el debate, me quedo con el debate». En Euskadi nos quedamos con el diálogo. -


 
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