ALEMANIA 1
ARGENTINA 1
DONOSTIA
La esperada final entre Alemania y Brasil ya está un poquito más cerca en este Mundial en el que los pronósticos siguen cumpliéndose, aunque éso suponga en ocasiones que los favoritos sigan adelante con más fortuna que merecimiento.El ejemplo más cercano, el de la anfitriona, que ayer cuajó un partido lamentable pero ya está en semifinales. El empuje cuando el marcador se le puso cuesta arriba, la incapacidad de Argentina para sentenciar, la solidaridad del árbitro y la imprescindible fortuna en el cara o cruz de los penaltis lo hicieron posible.
La perjudicada, una Argentina que a lo largo del Campeonato ha ido engordando su condición de favorita y que ayer fue mejor que su rival, pero a la que le faltó aprovechar alguna de sus ocasiones contadas, todo hay que decirlo para sentenciar el billete a semifinales.
Lo cierto es que el partido sólo pasará a la historia porque abría la ronda de cuartos de un Mundial y porque un marcador apretado siempre crea emoción. Y poco más porque, salvando alguna pequeña fase, fue un auténtico tostón.
Sobre todo el primer tiempo, que ambos equipos podían haber evitado en favor de la afición al fútbol. A Alemania le importó un bledo su condición de anfritrión especialmente patente ayer, con 68.000 teutones frente a 4.000 argentinos en un Olímpico de Berlín en el que se llegaron a pagar 3.000 euros en la reventa y, con diez hombres por detrás del balón casi siempre, cedió descaradamente la iniciativa a su rival. Este lo aceptó con agrado, haciéndose dueño absoluto del balón la posesión rondaba el 70% a su favor cuando se alcanzó el descanso pero moviéndolo casi en exclusiva en su parcela. Y como el equipo de Jürgen Klinsmann tampoco fue capaz de robar en condiciones para buscar la contra, Lehmann y Abbondazieri se aburrieron casi tanto como los espectadores durante el primer tiempo.
No hay más que echar un vistazo a las estadísticas en tiempo de descanso: tiros a puerta y cogidos con pinzas, uno por bando;tiros fuera, dos para Alemania y ninguno para Argentina;y saques de esquina, justo al contrario.
Obligados a cambiar
Nada más reanudarse el choque, afortunadamente, se dio la mejor circunstancia imaginable ante semejante panorama: uno de los dos hizo gol. Concretamente Argentina, en el minuto 49, cuando Ayala cabeceaba un córner botado por Riquelme.A Alemania no le quedaba otra que buscar, por fin, la portería rival;y a los de Pekerman, intentar apuntillar a la contra. Lo intentaron, aunque con muchas limitaciones, especialmente preocupantes en el bando teutón. Fue cuestión de empuje, una de las pocas por no decir la única virtudes, de entre las que se le presuponen, que pudo exhibir Alemania. Pero acabó dándole fruto y, mientras Maxi Rodríguez o Lucho González fallaban en un par de llegadas, Klose no perdonó en un centro de Ballack, que le permitía ratificarse como máximo artillero del Mundial, con cinco goles.
Lejos de desmoralizarse, Argentina trató de evitar que el partido llegase a la prórroga, pero primero el árbitro, que se comió un penalti sobre Maxi, y después Tévez que incurrió en fuera de juego en una clara ocasión echaron al traste las intenciones de su equipo.
Un conjunto que, ya en la prórroga, siguió mostrándose superior a su adversario. No debían tener los sudamericanos mucha confianza en la tanda de penaltis, porque en la media hora de prolongación buscaron sin denuedo aunque también sin excesiva claridad el gol que les catapultase a semifinales, frente a un rival que, a su falta de fútbol, le unía ya un estado físico precario.
Pero Alemania aguantó y acabó tirando de la suerte del
campeón para imponerse en la tanda de penaltis:acertaron Neuville, Julio Cruz y
Ballack;detuvo Lehmann el lanzamiento de Ayala;anotaron Podolski, Maxi Rodríguez
y Borowski;y volvió a acertar el meta teutón ante Cambiasso, haciendo inútil el
último lanzamiento.