La ría de fondo, el Palacio Euskalduna o el Guggenheim proporcionando sombra y referencia arquitectónicas de singular importancia. Entre un punto y el otro danzantes expresando en movimientos sus historias. Es Lekuz Leku que arrancó el jueves en Abandoibarra de Bilbo. Intervención artística rápida en espacios urbanos.
Los niños se encuentran con dos monitores que les canalizan las energías hacia el juego en forma de baile. Son Helena Golab e Iñigo Iraultza, que irrumpen en un parque infantil y consiguen la atención y la conversión de unos minutos en una suerte de iniciación en la danza. Es el primer acto del Lekuz Leku de 2006. Esta acción se repite cada día, acabando hoy.
La propuesta es un recorrido que empieza en Euskalduna, primero con Vero Cendoya y Lluc Fruitós que presentan “18-28 (Para atrás ni para tomar impulso)”, un pulso entre una mujer llegando a ala treintena y un joven cerca de la veintena. Una pulsión amorosa que se expresa en dos maneras de entender el baile, sus diferencias. Lluc rapea con mucho estilo y baila hip hop. Vero en contemporáneo. Bonita fusión.
Otra pareja, ambos en la misma clave estética justo al lado, en el muelle. Jorge Jauregi y Laura Arís, con “Amaneh”, parecen dos unidades que pocas veces parecen ser una pareja, aunque se intuyen, se rozan. Hay una ocupación espacial que va dejando huellas, claves de entendimiento, pero en la visual del espectador aparecen traineras que pasan y crean una escenografía móvil. Un trabajo más cerebral, pero con buenos momentos de expresión.
Un extracto de “Look” a cargo de “Ertza”, el proyecto de Asier Zabaleta, nos sitúa en la terraza de la cafetería Ibaibarri, en el Paseo, con personajes vestidos de manera normal, incluso de manera exageradamente normal. Hay historia, hay coreografía, y la actuación tuvo sus incidentes técnicas que todavía la humanizaron y la hicieron más cercana.
Desde las Palmas de Gran Canaria llegaron “Qué tal estás”, para presentar un extracto de “TAG”, con dirección de Natalia Medina, danza urbano pura y dura, coreografías colectivas, momentos para los solos, en su conjunto trasladan una idea de denuncia del consumismo. Buena disposición, gran trabajo físico, técnica depurada y expresión artística bien coordenada conjugando las demostraciones de energía con la belleza plástica.
Al igual que Cesc Gelabert, que bajo la araña del Guggenheim muestra el solo “Bujaraloz by night”, muy sensual, muy en su estilo, más sofisticado, como si estuviera fuera del tiempo, más poético, menos asequible pero que es el mejor punto y final a la primera jornada.
Un paseo, una sucesión de encuentros, con público que sigue al globo indicativo de la organización, junto al público espontáneo, de encuentro casual. Transformación del espacio urbano en escenario para la creación, en actos efímeros pero que dejan una huella en el aire donde se deshilan los gestos. -
Carlos GIL
