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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-07-10
Baleren Bakaikoa, Jon Gurutz Olascoaga, Luis Bandrés y José Manuel Castells - Profesores de la UPV
¿La patria vasca está enferma?

Estamos habituados a leer o escuchar que la sociedad vasca tiene claros síntomas de estar enferma, debido a que durante cierto tiempo, supuestamente, ha mirado al otro lado ante las atrocidades cometidas por la organización ETA. Según este diagnóstico, una sociedad sana debería de haber reaccionado mucho antes.

Esta hipótesis la defienden muchos tertulianos centralistas a quienes se les han sumado algunos intelectuales vascos que, muchos de ellos, después de militar en organizaciones de izquierda y vasquistas, ahora se dedican a prodigar las maldades innatas de los ciudadanos de Euskadi, queriendo así congraciarse con sus colegas defensores del centralismo. Algunos de estos analistas se atrevieron a predecir una crisis económica sin precedentes en la economía vasca caso de aprobarse el Plan Ibarretxe; otros, más profundos, se adentraron en las mentes de los vascos para diagnosticar los efectos perversos en la psicología de la ciudadanía vasca de ponerse en marcha dicho plan.

Sin embargo, existen abundantes hechos que desmienten las referidas predicciones. Es cierto que mientras ETA atentaba contra las fuerzas de orden público, algunos vascos miraban al otro lado; en este sentido, hay que recordar el sufrimiento causado por las llamadas fuerzas del orden en el País Vasco durante el régimen franquista, transición, e incluso en épocas más recientes, sin que sus responsabilidades fueran depuradas. Pero cuando comenzaron a atacar a representantes políticos elegidos democráticamente, la reacción de la sociedad vasca no se hizo esperar. Prueba de ello son las numerosas organizaciones pacifistas surgidas del seno de la sociedad civil vasca.

Una conclusión muy similar podríamos sacar del pueblo español que permitió al régimen del general Franco cometer todo tipo de atrocidades, la mayoría contra ciudadanos vascos. Sinceramente, no se nos ocurre, ni de lejos, deducir que la sociedad española está enferma, porque sería una barbaridad, además de mentira.

A estos intelectuales sí hay que recordarles que ellos miran a otro lado cuando oyen soflamas diarias emitidas por tertulianos como los de la emisora episcopal COPE; en ésta y en alguna otra de ideología afín, dedican a una audiencia de más de cuatro millones de españoles una continua retahíla de insultos contra la sociedad vasca, empresas, políticos y a gobernantes elegidos democráticamente. Todo indica que les parece normal las intervenciones de altos mandos del ejército o de la jerarquía católica española cuando rechazan reformar los estatutos de Euskadi o Cataluña.

Al diagnosticar la salud de un pueblo podríamos utilizar diversos criterios, pero siempre es conveniente compararlos con los datos de otros países. Así, podríamos calcular las aportaciones económicas por persona para países del tercer mundo, número relativo de ONGs y voluntarios dedicados a tareas de solidaridad con países pobres, familias receptoras de niños enfermos por accidentes, guerras, etc. (Chernobyl, Sáhara, etc.); donaciones de sangre, órganos, etc.; suicidios por un determinado número de habitantes; malos tratos relativos a mujeres, ancianos, niños, inmigrantes, etc. A estos índices también les podríamos añadir los económicos.

Sin duda, en la mayoría de estos índices estaríamos mejor situados que en los países de nuestro entorno, los cuales refutarían con claridad el libelo de la enfermedad de los vascos, a no ser que estén escribiendo sobre alguna «enfermedad desconocida» salvo para los que nos dedican semejantes calificativos. Centrándonos en algunos datos económicos, recientemente hemos conocido algunos que refutan la hipótesis de la mala salud de la sociedad vasca. Así, después de haber superado la profunda crisis de los ochenta y principios de los noventa, Euskadi se ha colocado a la cabeza, otra vez, de las CCAA del Estado español en crecimiento, empleo y bienestar.

El crecimiento del PIB de este año se tiene que revisar puesto que el estimado por el gobierno era del 3,6% y se prevé que alcance el 4,3%, casi un punto por encima de la media española y 2,2% de la media comunitaria.

Si nos referimos al empleo, podremos decir algo semejante, aunque los niveles de empleo fijo, femenino o juvenil sean más bajos que los deseados. Pero éste es un problema que afecta tanto a la economía vasca como a la española, incluso a la mayoría de los países comunitarios. Un aspecto positivo es el descenso paulatino de la tasa de paro; según los datos aportados por el INEM, el pasado mes de mayo el desempleo en Euskadi se redujo en un 5,70% y en el Estado español fue del 3,40%. Otra nota puntual es el fuerte incremento de los resultados de las cooperativas vascas, las cuales continúan con su proceso de expansión internacional, incluido el resto del Estado español a pesar de las fuertes campañas de desprestigio. Estas empresas crecen en número y en empleo, que además es relativamente más estable que en el resto de empresas.

Otro tema recurrente es el de la Seguridad Social. Los detractores de la soberanía vasca utilizan el argumento de la inviabilidad de un Sistema Vasco de Seguridad Social, puesto que éste sería deficitario y tendría que recurrir a la caja central para cubrir el exceso de gastos sobre lo recaudado en territorio vasco. Sin embargo, los datos de los tres territorios de la CAPV aportados por el Consejo Económico y Social de Euskadi señalan que nuestro sistema de previsión tiene en la actualidad un balance positivo, lo cual es coherente en épocas de bonanza económica; en períodos de depresión, como es habitual, la Seguridad Social es deficitaria o tiende a serla, como ocurrió en España en décadas pasadas y en donde la CAPV tuvo que hacer frente a dicho déficit mediante el Cupo.

En definitiva, los defensores de la patria española, como es de esperar, siempre predicarán miserias, malestar y pobreza de la economía vasca cuando desde la sociedad vasca se plantea alcanzar mayores cotas de soberanía, y de ahí deducen la necesidad de seguir perteneciendo al Estado español.

A nuestro entender, todas las parcelas de poder traspasadas a la Administración Vasca están siendo gestionadas de forma eficaz y, de haberse desarrollado íntegramente el Estatuto de Autonomía todavía vigente, la salud de la sociedad vasca, incluso hubiera sido mejor. -


 
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