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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-07-10
«Houston, hemos metido la pata»: Las pifias de la carrera espacial
¡Crucen los dedos! Eso debió de pensar más de uno en Cabo Cañaveral mientras el Discovery despegaba rumbo a la ISS. La historia espacial está llena de éxitos y errores, pero también de pifias. De esas meteduras de mata se habló estos días en unas jornadas astronómicas en el Museo de las Ciencias de Valencia.

El 23 de setiembre de 1999 la sonda Mars Climate Orbiter de la NASA desaparece mientras orbita el planeta Marte minutos después de haberse realizado una corrección de órbita desde el control de misión en Tierra. El desconcertante suceso se confirma al no poder restablecerse contacto tras haberse ocultado transitoriamente detrás del planeta mientras completaba una nueva órbita. La nave se perdió para siempre. Vamos, que se estrelló por el error de posición. Una semana más tarde se informaba como causa probable del fatal error de navegación la utilización por parte del control de misión de unidades de medidas anglosajonas en vez de unidades de medidas métricas decimales como fue estipulado por el fabricante. La sonda había sido lanzada en diciembre de 1998 con el propósito de obtener información sobre el clima de Marte a un costo de 125 millones de dólares. «Aquí no se va a despedir a nadie, ¿quién los reemplazaría?», inquirió un responsable de la operación. Poco después fue despedido.

La semana pasada hubo un sentimiento de alivio generalizado cuando la nave Discovery despegó sin problemas. No podían permitirse más errores. Errores que, como ha demostrado la corta historia espacial, muchas veces no han sido sino pifias. Fernando Ballesteros, astrónomo de la Universidad de Valencia y habitual divulgador, ha descrito estos días, en clave de humor, algunas de esas meteduras de pata espaciales, en el marco de la Campus Party que ha acogido el Museo de la Ciencia de esta ciudad.

Lo cierto es que Marte, ese planeta tan encumbrado por la imaginación humana, se ha reído más de una vez de nuestra avanzada tecnología. El 3 de diciembre de 1999, otra Mars, ésta la Polar Lander, tras once meses de viaje hacia el Planeta Rojo, falló en los últimos dos segundos de su misión, al precipitarse en el amartizaje, tras creer la nave que ya pisaba suelo firme y abrir sus patas, cuando aún faltaban los últimos cuarenta metros.

Pero estas pifias son tan viejas como la propia carrera espacial. En 1962, la Mariner I, primera misión interplanetaria de la NASA rumbo a Venus, se inclinó casi cinco minutos después de despegar y fue destruida antes de su caída la océano. «Un enorme proyecto de ingeniería aeronáutica quedó arruinado por un objeto virtual de menos de un milímetro: una coma en el software de programación del ordenador guiado. Su ausencia en el código provocó el error de trayectoria del cohete», cuenta Fernando Ballesteros. Por cierto, ese mismo año, la nave soviética Sputnik 22 explotó y algunas de sus piezas se proyectaron a la órbita terrestre, estando a punto de «confundir» a los sistemas de alarma antimisiles de EEUU con un ataque.

Este astrónomo reconoce que las dos terceras partes de las misiones a Marte han fracasado. A la Mariner 8 le pasó el 9 de mayo de 1917, para alegría de sus competidores soviéticos, que al día siguiente lanzaron el Cosmos 419, con tal fortuna que el cohete lanzador no se encendió. «¿Por qué? Estaba previsto que lo hiciera al cabo de 1,5 horas, pero los programadores equivocaron horas y años».

Años eran los que llevaba bien plegada y guardada la antena principal de la sonda Galileo. Tres años de demora esperando el lanzamiento y cuando llega el momento y está en camino de Júpiter, no se abre. Y todo porque «varios componentes habían perdido su lubricación debido al largo tiempo de almacenamiento».

Desde luego, el equipo encargado del telescopio Hubble no tiene muchas razones para sentirse más satisfecho. Lanzado en 1990, resulta que había un error en el tallado de su espejo principal, de sólo una veinticincoava parte de un cabello humano, pero suficiente para que «nos regalara imágenes jamás vistas de un extraordinario universo... pero borroso». Tuvo que esperar a 1993 para que «le pusieran unas gafas correctoras». Lo que más rabia les dio es que el espejo reserva, que quedó en tierra, estaba perfecto.

Un fallo en tierra firme, como el del satélite de la NASA de nombre Hessi, de 75 millones de dólares. Iba a ser sometido a pruebas de vibración para emular el despegue y se iba a hacer a una aceleración de dos veces la gravedad terrestre. Pero alguien tecleó también un cero. Las piezas salieron volando y el lanzamiento se retrasó dos años. Igual suerte corrió un satélite meteorológico en 2003, que en los hangares, cuando iba a ser puesto en posición horizontal, la ausencia de 24 tornillos en un punto del anclaje de la plataforma de volquete dio con el aparato en el suelo. Los habían sustraído técnicos de otro programa de satélites cinco días antes sin comunicarlo. ¿Serían de la competencia?

Aterriza como puedas

La más reciente de esas pifias que desgrana Fernando Ballesteros tuvo lugar en 2004, con la cápsula Génesis, que «acabó despanzurrándose contra el suelo del desierto de Utah a 310 km/h». Los sensores de gravedad estaban colocados en una posición incorrecta. Estos debían detectar el frenazo producido a la reentrada y activar los paracaídas. Ninguno se abrió. Los interruptores estaban colocados al revés.

Las naves espaciales lo han pasado mal, pero a algunos de sus viajeros no les ha ido mejor. Alexei Leonov fue uno de los dos primeros cosmonautas en dar un paseo espacial, en 1965, a 475 kilómetros de altura. Tras diez minutos de privilegiada visión, volvió a la Voskhod 2 y, para sorpresa suya, no cabía por la puerta. «Su traje espacial, inflado por el vació del espacio, era demasiado grande y rígido». Vació el aire y, a renglón seguido, la escotilla no cerraba. Por cierto, que al regresar a la Tierra los cohetes retropropulsores fallaron. Al final aterrizaron a varios kilómetros del lugar previsto, en los Urales, cayeron encima de un árbol, donde pasaron toda la noche rodeados de lobos.

Otros colegas suyos, ya en 1976, amerizaron en plena noche en una lago siberiano, en medio de una tormenta, a -20º. Sólo el paracaídas evitó que se hundieran. Fueron rescatados, arrastrados varios kilómetros sobre el hielo, por un helicóptero.

Son sólo algunos ejemplos. Hay más. Y en algunos casos, como afirma Ballesteros, se demuestra que el ser humano tropieza dos veces en la misma piedra. Principalmente, los que él llama, «aficionados al golf» de la NASA. -

GASTEIZ



Hay un nuevo crater en la luna
Hay un nuevo cráter en la Luna. Mide aproximadamente 14 metros de ancho, tiene unos tres metros de profundidad y tiene una edad exacta de un mes y quince días. Un grupo de astrónomos de NASA lo vio formarse: «El 2 de mayo del 2006, un meteorito chocó contra el Mar de las Nubes (Mare Nubium) en la Luna, liberando unos 17 mil millones de joules de energía cinética ­lo cual equivale aproximadamente a 4 toneladas de dinamita­», dice Bill Cooke, jefe de la Oficina de Estudios sobre Meteoritos (Meteoroid Environment Office) de la NASA, en Huntsville, Alabama. «El impacto creó una brillante bola de fuego, que grabamos en video usando un telescopio de 10 pulgadas».

Los impactos lunares son algo ya conocido ­«hay material golpeando la Luna todo el tiempo», hace notar Cooke­ pero hasta el momento, ésta es la mejor grabación de una explosión en vivo que se ha obtenido. «La duración de la bola de fuego fue de apenas cuatro décimas de segundo», dice Cooke.

Tomando en cuenta la duración del destello y su brillo (magnitud 7), Cooke logró calcular la energía del impacto y las dimensiones del cráter resultante, así como el tamaño y velocidad del meteorito. «Fue una roca espacial de apenas unos 25 centímetros (10 pulgadas) de ancho, que viajaba a unos 28 km por segundo (85.000 millas por hora)», explica.

Si una roca como esa golpeara la Tierra, nunca llegaría al suelo. «La atmósfera terrestre nos protege», explica Cooke. «Un meteorito de 25 centímetros se desintegraría al contacto con el aire, generando una bola de fuego espectacular en el cielo, pero no un cráter».

La Luna es diferente. Al no tener atmósfera, está totalmente expuesta a los meteoritos. Aún los más pequeños pueden causar explosiones espectaculares, esparciendo residuos a mucha distancia del impacto. «Nadie sabe con certeza cuántos meteoritos golpean la Luna cada día. Monitoreando los destellos, podemos saber qué tan seguido ocurren estas colisiones y qué tanto daño causan a nuestro satélite».

La pregunta que los expertos de la NASA se hacen ahora es si es seguro hacer una caminata lunar durante una lluvia de meteoritos. O lo que es lo mismo, cuando nos asentemos en la Luna, ¿serán estos proyectiles un problema añadido para poder hacer «habitable» nuestro querido satélite?

La primera caminata del último Discovery ya tiene su «error»

A 28.000 kilómetros por hora y 357 kilómetros de la Tierra. Así completaron el sábado el astronauta británico Piers Sellers y el estadounidense Michael Fossum, llegados en el Discovery, su paseo fuera de la Estación Espacial Internacional. La caminata fue ampliada una hora más de lo planeado, debido a dificultades con las ataduras de seguridad, que son usadas para poner las herramientas y para sostener a los astronautas mientras flotan en el espacio.

El problema fue solucionado cuando los controladores del vuelo preguntaron si había sido desactivado un dispositivo de retracción de la atadura. «Oh, es bastante vergonzoso», dijo Fossum, al darse cuenta de su error. -


 
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