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Gara > Idatzia > Iritzia > Gaurkoa 2006-07-12
Jamal Juma - Coordinador de la campaña palestina contra el Muro del Apartheid
Globalizar la ocupación

El 9 de julio de este año es un día amargo para los palestinos. El ejército de ocupación sitia Gaza, masacra a su pueblo y destruye sus infraestructuras. Los ghettos de Cisjordania van tomando forma mientras el Muro del Apartheid va avanzando hasta ser completado y el éxodo palestino de Jerusalén ha comenzado. Más de 9.000 palestinos se encuentran en cárceles israelíes mientras que los palestinos que permanecen en sus tierras de 1948 lo hacen bajo el yugo del más despiadado y discriminatorio sistema de Apartheid.

La breve euforia de hace dos años, tras la resolución del Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) sobre el Muro, es ya un recuerdo lejano. Algunos clamaron entonces que cuando el TIJ declaró el Muro ilegal y condenó la ocupación junto con otros crímenes israelíes aquello suponía una victoria del derecho internacional en Palestina. El Tribunal pedía a la comunidad internacional que cumpliera la IV Convención de Ginebra y «no ofreciera ayuda o asistencia alguna al Muro ni al régimen asociado a él».

Dos años después, mientras el pueblo palestino se prepara para manifestarse ante las oficinas de Naciones Unidas, éste sabe que nadie ha suscrito su último veredicto de parar la escalada de la ocupación en Palestina. Cuando está a punto de ser completado, el Muro del Apartheid va segando como una guadaña el paisaje palestino y forma parte de un intrincado sistema de control con carreteras fortificadas sólo para colonos que roban el 48% de la tierra de Cisjordania. Los palestinos de Gaza, el 80% de los cuales son refugiados de las tierras de las que fueron expulsados en 1948, están encarcelados detrás de dos muros. Separados del resto del mundo, el privilegio que tiene tras la parodia israelí de la «desconexión» es morir de hambre en la mayor cárcel al aire libre del mundo, sometidos a bombardeos continuos, bombas sónicas y cortes de servicios y de suministros. En un momento en que la lucha de los palestinos por su libertad apela a estrechar los lazos de solidaridad, la reacción de la comunidad internacional y de los estados miembros de Naciones Unidas ante estos crímenes es mostrar su desprecio ante los esfuerzos palestinos por librarse de los grilletes de la ocupación. La comunidad global suplica que se libere al único israelí sacado de un tanque, que se encontraba parado fuera del ghetto de Gaza, mientras que los palestinos son sacados de sus camas y asesinados en las calles, y la mitad de su gobierno y una tercera parte de su Parlamento han sido tomados como rehenes. Suplica la vuelta del soldado ignorando a los 9.000 palestinos que se pudren en las prisiones israelíes, más de 400 de los cuales son mujeres y niños.

Las agencias globales limitan sus operaciones a misiones de investigación sobre «la situación palestina» que especulan interminablemente sobre cuestiones humanitarias como si los palestinos se encontraran sumidos en una especie de desastre natural. Recitan de tirón sin utilizar otros informes humanitarios de Naciones Unidas. Los palestinos no necesitan que el Banco Mundial les informe de su propia pobreza y no necesitan el vacío apoyo retórico de gobiernos que fracasan en acompañar sus palabras con hechos. Los hechos sobre el terreno están ahí a la vista de todos. Necesitamos acción. Necesitamos presión política sobre la ocupación. Necesitamos libertad.

La manera como la comunidad internacional ha tratado la decisión del TIJ (y, de hecho, cualquier otra resolución de Naciones Unidas, incluyendo la del derecho de los refugiados al retorno) demuestra que Naciones Unidas es una institución impotente y desacreditada en la que la unión de los poderosos en el Consejo de Seguridad sigue supervisando y llevando a cabo la expulsión de nuestro pueblo.

La resolución de la Asamblea General, que refrenda la decisión del TIJ, se limitó a pedir al Secretario General que hiciera un registro de los daños y pérdidas ocasionados por el Muro. Es evidente el absurdo de hacer un registro de los cada vez mayores daños en vez de preparar medidas concretas para presionar a Israel para que desmantele el Muro. Peor aún, el Secretario General se negó incluso a visitar el Muro porque prefería no provocar a sus amos en Washington y Nueva York que tiene la sartén por el mango. Y ahora parece que es posible que el registro no complete nunca la evaluación de las pérdidas, con lo que se garantiza de forma efectiva que a la ocupación nunca se le van a exigir reparaciones. Esto garantiza que el criminal no detenga sus crímenes de guerra y, más aún, que nunca sea declarado culpable. Mientras que el silencio de la comunidad internacional puede resultar escandaloso, los palestinos y quienes los apoyan son muy conscientes de las hábiles maquinaciones de la complicidad de los poderes globales con su ocupación.

Han sido testigos de cómo los gobiernos globales eludían cada vez más de sus responsabilidades respecto al derecho internacional y proseguía la globalización de la ocupación. Ahora la comunidad internacional, junto con Israel, impone sanciones al pueblo palestino por haber llevado a cabo las elecciones democráticas que el mundo les había pedido que celebraran. Su objetivo es derrocar a los dirigentes palestinos que se niegan a ser cómplices de los deseos de la ocupación. A este objetivo va unida la perspectiva de crear nuevos mecanismos de control para pasar por encima de la Autoridad Palestina y de cualquier fuente de responsabilidad ante el pueblo palestino.

El resultado es el Mecanismo Temporal Internacional (MTI), la nueva estructura patrocinada por la Unión Europea para asegurar el control político y económico por parte del Banco Mundial con el objetivo de dirigir y subyugar al pueblo palestino. Al parecer este Mecanismo se ha establecido para destruir la estructura administrativa de la Autoridad Palestina (excluyendo la oficina presidencial) mientras los bancos internacionales tienen que distribuir el dinero para quienes están muriendo de hambre. Cuarenta millones de dólares ­aproximadamente una tercera parte del dinero del que se ha dispuesto para crear este Mecanismo Internacional de apoyo a la ocupación­ va directamente al Israel del Apartheid para pagar a sus compañías el combustible y otros productos básicos. Y esto ocurre mientras la ocupación sigue robando unos 75 millones de dólares al mes en impuestos pagados por los palestinos y con los que esos gastos fueron cubiertos previamente. Mientras Israel nos controla militarmente, nos confina tras el Muro y forja nuestros ghettos, las poderosas agencias globales asumen las cargas administrativas y financieras de la ocupación y procuran una subsistencia mínima a quienes están encerrados en los bantustanes.

Parece más lejos que nunca cualquier atisbo de esperanza de que Naciones Unidas, la Unión Europea, el TIJ o el «mundo libre» trabaje para implementar los derechos de los palestinos. América Latina negocia acuerdos de libre comercio con la ocupación y los países asiáticos hacen alarde de intentos de normalización con el Israel del Apartheid mientras nuestro pueblo es masacrado en las calles. Nuestras esperanzas, pues, siguen estando puestas en los propios pueblos, para que aceleren el boicot, la retirada de inversiones y las sanciones para aislar al Israel del Apartheid y castigarlo por los crímenes de guerra que está cometiendo contra nosotros. Es en quienes nos apoyan, en los millones de personas que buscan justicia en el mundo, en quienes confiamos para que continúen con las acciones de solidaridad y devuelvan cierta dignidad al derecho internacional .

Instamos a que se implemente el TIJ, instamos a los signatarios de las Convenciones de Ginebra a que cumplan sus compromisos, y apelamos a que se tomen medidas inmediatas para asegurar que se cumplen todas las resoluciones del Naciones Unidas, que acaba la ocupación y que nuestros refugiados retornan a casa. Aunque el Banco Mundial, Estados Unidos y la propia ocupación sean poderosas seguirán encontrando en el pueblo palestino a un pueblo no sumiso que permanecerá firme ante los grandes ideales de libertad, justicia y liberación. -


 
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