El último informe de la ONU sobre Irak es la constatación de una destrucción masiva y de que todo va de mal en peor. Quienes hace unos tres años se atrevieron a vendernos un futuro en paz y armonía ejemplar, en nombre de la libertad y la democracia y lo invadieron, apenas pueden esconder sus vergüenzas, porque el choque entre diferentes sensibilidades étnicas, religiosas o sociales es más que evidente y destructivo, y la paz una quimera.

La guerra y la invasión encubierta bajo los aplausos de los actuales fascistas en el poder y neoliberales gobernantes o de los que en su momento estuvieron apoyando sin pudor, como es el caso de los mandatarios del PP, militantes, y su tristemente conocido por su chulería y egocentrismo, el expresidente de España, Aznar, son producto de su ineficacia y una obsesión por la riqueza ajena del llamado oro negro y por las políticas agresivas que hacen que hoy en día el progreso esté unido casi exclusivamente al uso y abuso del petróleo, negando cualquier progresión en otro tipo de energías más renovables y no tan perjudiciales.

A estos señores y a muchos empresarios y banqueros criminales les debemos que el equilibrio anterior entre colectivos en ese país se haya roto y que el país que fue cuna de civilizaciones, escritura... y orgullo por su progreso, esté metido en una situación de caos y dolor difícilmente solucionable.

Apenas importa que sean 50.000 fallecidos, en su mayoría civiles, puesto que son centenares de miles o millones, los que pasan penurias, hambre, enfermedades, persecuciones, como citan los últimos datos y, puesto que en mar revuelto siempre hay algún interés, los hay que utilizan el conflicto, creado y mantenido por Occidente en buena parte, para perseguir las diferentes confesiones y a sus seguidores (algunas minoritarias y a punto de desaparecer), a los homosexuales, mujeres... siempre en nombre de un Dios y hombres religiosos arengadores a mi entender bastante imbéciles, como los actuales gobernantes, puesto que la teocracia que pretenden imponer carece del mínimo respeto a quienes discrepan o pretenden salirse de sus moralinas religiosas o de la presión impositiva que pregonan.

Estos señores son y están apoyados por la desesperación de quienes viviendo en una gran injusticia sólo ven una posibilidad en las salidas religiosas y en los hombres que prometen cielos, harenes, martirio y felicidad eterna.

El futuro de Irak, invadida y destrozada, con un tejido social roto y bajo la continua amenaza del expolio y la teocracia salvadora cualquiera que sea, es bastante nefasto, está al borde de un abismo ante la pasividad del resto del mundo que ansía su precioso bien subterráneo. Para ello no faltarán armas y empresas que estén enriqueciéndose, algunas de nuestra tierra.

Los señores de la guerra saben que la paz y el progreso son pérdida económica, saben que si el precio del petróleo sube, más suben las ganancias y proporciones gananciales; los políticos saben que el adoctrinamiento no suele ser difícil cuando la desesperación se impone y que la memoria colectiva es fácilmente manipulable con el tiempo.

En definitiva, aquí pocos o nadie de los culpables se rasgará las vestiduras ni hablará claro. Las armas de destrucción masiva, inexistentes antes de la invasión y ahora, están olvidadas en la memoria de los ciudadanos, que ahora observamos como extraño la actitud de quienes se destruyen en una guerra civil, más que en una contra el invasor. El futuro marcha bien para los productores de armamento que están frotándose las manos, es una guerra de calidad y dinero a raudales... los tres gobernantes fascistas que se sacaron la foto de las Azores con sus mejores galas y la sonrisa-burla, están aún ganando dinero, mucho dinero, algunos incluso trabajando para fundaciones creadas y apoyadas con dinero público. Es prioritario que éstos paguen lo que provocaron, al igual que sus militantes fieles y sus partidos que, para más burla, se autodenominan democráticos y amantes de la libertad. -