Tres días
Estoy por la desregulación absoluta de lo concerniente a lo audiovisual y radiofónico, pero es una ingenua posición liberal, porque existiendo tanta infraestructura y capital no puede ni asomarse a un remedo de postura libertaria. Bueno, que no entiendo porque pierden tiempo los subsecretarios, para dictar leyes, decretos, normativas para que un negocio como la televisión cumpla unas funciones que nadie nada más que ellos, es decir, los interesados le dan. De entre todas las tonterías reguladas existía una que se presentaba como el antídoto a la contraprogramación por la que se necesitaban once días para cambiar una programación. Es decir once días para quitar una serie que no funcionaba o para poner una película que pudiera competir con un estreno o partido de fútbol.Se cumplía de malas maneras, pero servía para multar a las empresas que preferían pagar unos cientos de miles de euros, pero no perder el paso en las mediciones de Sofres, que al final es lo que reporta el dinero verdadero, el de la publicidad. Bueno, pues lo han rebajado a tres días. Los editores de revistas semanales dedicadas a la programación televisiva estarán que trinan. Quienes hacen estas parrillas en el periódico que nos indican lo que podemos ver, algo más estresadas, pero no tanto, porque al ser diario, no deben existir excesivos sobresaltos, simplemente estar pendiente de las novedades. Se trata de mantener la fiabilidad de sus contenidos, nada menos. Me erijo en portavoz de todos mis yos y aseguro que los que más contentos estamos somos los telespectadores. Que cambien, que nos vuelvan locos, que intenten solucionar en los horarios lo que no han podido lograr en la producción. El pastel de publicidad no crece porque se mueva o no un capítulo o un concurso, sino por los resultados reales de cada tramo, cadena, día y segmento. Viven con la locura del porcentaje de audiencia y la contraprogramación, no me cansaré de repetirlo, generalmente, es para mejorar la oferta. Con lo que en la teoría y hasta en la práctica, ganamos nosotros. Y es que todo lo hacen para nosotros, los del mando a distancia. El resto son circunstancias y peajes. Tres días no es nada. -
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