El lunes las calles de la localidad aparecían casi desiertas. Pero a las doce en punto, Huesitos entraba en el K.O. con el aire valiente con el que John Wayne acostumbraba a entrar en las cantinas del Far West:A ver, Eusebio. Ponme un blanco y clava una placa con mi nombre en la pared, porque es muy posible que hoy no tengas otro cliente en todo el día.
¿Tan grave fue lo de ayer?
Como el naufragio del Titanic, más o menos. Se coció todo el mundo. Hasta el cura dio un traspié camino de casa y ése, ya sabes, no pierde nunca la compostura.
Ni la compostura ni el sentido del humor. ¿Ya sabes lo que me hizo un día?
Tú contarásŠ
Era un viernes a la noche y estábamos aquí Pedro, el panadero, Iñaki y yo, tomando un trago y viendo la peli porno del Canal Plus. En estas que entra Simón con otro cura, Juan el de Berriola, creo. Yo, a toda leche, cambié el canal. ¿Sabes qué dijo?
Pues no. Tú dirás, coño...
Le miró al otro cura y le dijo, en voz alta: ‘Mira Juan: antes nosotros no les dejábamos ver esto a ellos y ahora son ellos los que no nos dejan ver a nosotros’.
Simón, cura o no cura, es un cachondo.
Huesitos tomó el pote en la convicción de que aquel txikiteo estaba perdido para la historia del poteo. Después de la juerga de la víspera, había pocas posibilidades de que alguno de los amigos diera señales de vida. Y, sin embargo, se equivocaba.
Los primeros en dar señales de vida fueron, precisamente, el cura y su sobrino. Simón se había retirado con el resto de la cuadrilla, en alegre biribilketa, pero Sergio había desaparecido a media tarde. Le habían presentado a una cuadrilla de su edad, la del sobrino del Xuxú, y se había quedado con ellos.
Parece que no voy a pasar el día en solitario. Ya veo que, al final, los solteros nos entendemos mejor entre nosotros.
Pues no te creas replicó Simón este que nos acompaña no creo que vaya a estar soltero mucho tiempo.
Sergio hizo un gesto de desagrado.
¿Y eso?
Ha aparecido en casa con el periódico y el pan debajo del brazo. En algún sitio habrá pasado la noche...
No hay lugar para el misterio. Bastará con preguntarle a Juanjosito. Ese es ‘el ojo que todo lo ve’ en Uriondo.
El pibe empezó a dar muestras de inquietud:
Os rogaría que no platicarais más sobre el asunto. Y, sobre todo, que no lo comentarais con el resto de la cuadrilla...
A Sergio le empezaba a aterrar la posibilidad de que Mila o Miren tuvieran noticia de su ligue fugaz.
Huesitos comprendió al joven. A fin de cuentas, gastaba de lo suyo, así que invitó a cambiar de tema:
Ya sabéis que cuando el desastre del Granma, Fidel se encontró en la Sierra Maestra con Raúl y otro combatiente dijo ‘Ya estamos suficientes. Esta guerra está ganada’.
Sí, algo así debió de decir.
Pues nosotros ya estamos tres, así que ya podemos empezar el poteo.
Camino del Gureak aparecieron Xuxú y Miren.
Esto empieza a animarse. Ya pensábamos que no apareceríais...
Si es por mí, desde luego, nos hubiéramos quedado en la cama, pero éste cada vez duerme menos. Y, además, tampoco deja dormir al resto respondió Miren.
Es que la cama es para dormir lo justo, y, una vez despiertos, sólo vale para... el asuntillo. Y como hoy no había ambiente...
Hoy también ‘torito bravo’. Joder, Xuxú. Estás hecho un chaval.
Miren torció el gesto pero prefirió callar.
En el Gureak, Kokoloko leía el periódico con aire aburrido. La barra estaba desierta y a la tortilla no le faltaba ni una sola porción.
Somos los primeros, ¿A que sí?
No. Sois los terceros. El primero ha sido Juanjosito, que es el que ha traído el periódico. Y los segundos dos tipos con pinta de polis que han tomado un café y han salido a pasear por el pueblo.
¿Dos tipos paseando por el pueblo?
Bueno, paseando o husmeando, como tú quieras, pero ya les he visto pasar tres veces por delante del bar.
Simón puso cara de extrañeza. Ese tipo de movimientos precedían siempre a algo malo. No sabría precisar qué sospechaba, pero la intuición le movía a la desconfianza:
Huesitos quiso despejar el ambiente:
Igual están buscando a algún cómplice del Julián Muñoz ese... el de la Pantoja.
Xuxú le siguió la broma:
Bueno, tranquilo todo el mundo. Lo que tenga que sonar, ya sonará. Y tú, Kokoloko, saca unos potes y deja de cotillear.
Los recuerdos de lo ocurrido la víspera, las anécdotas, centraron la conversación entre los cinco amigos. Todos coincidieron en que había sido una buena jornada de fiesta y que había que repetir paella.
Por cierto, no pusimos fecha para la excursión a Basalur...
Mañana, cuando aparezca el resto, lo decidimos. O, si no, hoy mismo, por la tarde. Supongo que Gotzon y Mila ya darán señales de vida...
En el trayecto entre el Gureak y el Itsasalde, Miren se retrasó unos metros y, con un discreto gesto, logró que también Sergio se despegara del grupo.
Ayer ligaste, ¿verdad? Ya te vi con Susana...
El tono, si no era de reproche, se le parecía demasiado.
No, qué va. Sólo estuve tomando unas cervezas con esa cuadrilla. Son muy majos.
Pues, cuidado con esa lagarta. ¿Por qué no vienes mañana a comer a mi casa? Xuxú estará fuera todo el día. Dile a tu tío que te voy a enseñar a hacer sopa de pescado o algo así.
El pibe sintió que un calambrazo le recorría la columna vertebral.
Bueno, luego hablamos.
Sí, sí, pero mañana no faltes.
CONTINUARA