Encuentro bastante desconcertante el zapeo del domingo. Hay franjas horarias absolutamente letales; son pura invitación a la siesta o al juego de los naipes, cuando no se pueda jugar a cosas mucho más excitantes. Los remeros me reproducen dolores ignotos en el cóxis por culpa del desarrollo ilimitado de mis neuronas espejo. El resto de deportes de origen rural me seccionan el discurso interior, es decir no puedo recurrir a la introspección, ni siquiera tirando de mi memoria emotiva más selectiva. Siempre los veo como si fuesen un documental, aunque no encuentro en la antropología clásica el lugar donde colocar las apuestas.

Así que paso la tarde soñando en paraísos televisivos o en lugares donde dejarse mecer por las brisas y las olas cristalinas. Hasta llegar al momento clave de todo domingo: cuando todavía te repite el sabor de la copiosa comida pero algo te dice que debes colocarte ante la rutina, cenar algo y administrarte tu dosis televisiva. La 2 se vuelve docta, comprometida, exageradamente selecta, con momentos realmente magníficos pero que le pillan a uno descolocado.

En “Otros Pueblos”, Pancorbo nos ofrece un reportaje realmente elaborado, muy bien estructurado, con tesis cruzándolo, sobre las creencias de los pueblos, la superposición de religiones. Nos parece interesante, pero nos gustaría disfrutarlo en otro ambiente. Antena 3 se dedica a mostrar cuerpos gloriosos en una mamarrachada titulada “Los más deseados” y que se dedican a pasear a hombres y mujeres de edad adulta que son considerados por el vecindario como objetos de deseo. Un puro entretenimiento con la presencia de dos presentadores de los considerados guapos, el vasco Fernández y la gallega Vázquez, con una mesa de comentaristas que nos deja todavía más imposibilitados para tomarse el asunto medianamente en broma porque han elegido a Ramoncín, el rey del canon y a Patiño, la histérica de los corazones y las corrupciones. No salgo en la lista, ni nadie que conozca de cerca. Tomo una decisión salvadora que me demuestra mi propensión a la levedad: me refugio en las repeticiones de “7 vidas”. Y me río a pierna suelta sintiéndome acariciado por un humor inteligente. -