HAMBURGO 0
OSASUNA 0
HAMBURGO
Definitivamente los milagros existen. Osasuna arrancó un empate en el AOL Arena de lo que podía haber sido una goleada sin discusión. El 0-0 cosechado puede parecer que ahora da una ventaja a los rojillos por el partido de vuelta en El Sadar, pero el Hamburgo demostró que, a día de hoy, es superior físicamente a los navarros. Tal y como se esperaba, el Hamburgo salió muy enchufado. Su intensa presión en medio campo asfixiaba a los pivotes navarros, que veían con impotencia cómo las huestes de Van der Vaart eran quienes se hacían con la completa posesión del esférico.
A Osasuna sólo le quedaba correr detrás del balón y encogerse atrás, retrocediendo mucho sus líneas, circunstancia de la que se aprovechó el Hamburgo para acogotar a los rojillos en su parte de atrás. Las ocasiones se sucedían de manera consecutiva y la banda de un nervioso Natxo Monreal se con- vertía en canal de ocasiones para Sanogo, Jarolim o Mahdavikia, que penetraban a sus anchas.
Los de Ziganda no encontraban la salida del balón con Puñal y Raúl García, mientras que los alemanes, siempre con ayudas en las marcas, se adelantaban a los balones divididos y provocaban, una tras otra, jugadas de peligro. Milosevic se veía obligado a retrasar su posición si quería tocar balón y aminorar el ritmo de las acometidas del Hamburgo.
Los teutones, que demostraron estar mucho más rodados físicamente que los navarros, acumulaban méritos para adelantarse en el marcador, mientras Osasuna estaba a verlas venir, impotente ante la mejor colocación de los hanseáticos sobre el césped del AOL Arena. Sólo la mala puntería de sus delanteros, Guerrero y Sanogo, evitó que se produjera una catástrofe sin apenas haberse iniciado el choque.
Los rojillos se encomendaban a San Fermín y a la falta de acierto de los anfitriones, apenas disponían de la posesión del balón y eso siempre trae complicaciones. Ya hubiera sido demasiada recompensa que Soldado hubiera aprovechado los dos mano a mano que tuvo con Kirschstein, pero que el cancerbero teutón desbarató con autoridad.
El Hamburgo superaba a los navarros con más garra y ese puntito de velocidad, fruto de su mejor condición física, que le permitía capturar los esféricos más comprometidos. El descanso no hizo variar un ápice un guión que estaba marcado por la superioridad de los germanos.
Sólo al cuarto de hora de la reanudación Osasuna ofreció pistas de que estaba vivo y podía crear peligro. El desgaste de los hanseáticos comenzaba a hacer mella en los de Doll, la correa de los centrocampistas germanos dejaba de tener tantas revoluciones y algunos, como Raúl García, podían comenzar a hacer sus pinitos buscando la conexión con los delanteros.
Pero la esperada reacción fue sólo un espejismo. La escuadra alemana puso toda la carne en el asador en el tramo final del encuentro y sólo varias intervenciones acertadísimas de Ricardo evitaron que los locales obtuvieran el merecido premio al trabajo que realizaron durante los 90 minutos.
