Galería Dieciséis muestra obra inédita de Amable Arias
Quienes lo conocieron lo recuerdan enfundado en un abrigo con grandes bolsillos y con un bolso al hombro, en la época en que los hombres no lo llevaban. Los bolsillos le permitían tener a mano un bloc en el que se ponía a dibujar. Eso es común en los artistas y escritores, pero no lo es tanto su afición a contar su proceso creativo. «Mientras dibujaba, narraba historias», cuenta Maru Rizo, para quien contemplar las obras de su compañero es recordar su vida junto a él, algo que continúa siendo un divertimento.
DONOSTIA
Han pasado más de veinte años desde el fallecimiento de Amable Arias (Bembibre del Bierzo, 1927-Donostia 1984) y su compañera, Maru Rizo, considera que todavía no se ha reconocido en su justa medida su calidad artística. Tras su desaparición, ella se propuso difundir su obra y encontró su cómplice y aliado en el galerista Gonzalo Sánchez. Juntos han seleccionado la obra expuesta en la Galería Dieciseís de Donostia hasta el 2 de setiembre. También es importante la figura de Mari Carmen Alonso-Pimentel, autora de una tesis sobre el pintor, publicada en 1996.
«Su obra pictórica no es muy numerosa, no obstante, sus dibujos sobre papel son tan importantes como sus pinturas subraya Sánchez. Si alguien quiere conocer al Amable que fue y que pudo haber sido tiene que ir al dibujo».
El núcleo de la muestra “Pequeño formato” lo forman dieciocho obras sobre tabla. Ocho de ellas destacan por la utilización de pan de oro y también se pueden ver cuatro tablas plateadas o doradas, junto a algunas otras que Arias imprimió con óleo, tinta y lápiz sobre cal.
Esta diversidad de soportes viene dada por el interés que tenía el artista por investigar sobre distintos materiales, una curiosidad acentuada por las dificultades económicas que atravesó durante su vida, pero que no fue obstáculo para dar rienda suelta a su creación. «Cada obra era muy importante para él y, antes de comenzar a pintar, tenía muy claro lo que quería plasmar», cuenta Rizo.
La muestra de la Galería Dieciséis refleja el interés de Amable Arias por todo tipo de material, ya que dibujó sobre la parte de atrás de unas tablas que fueron utilizadas en otra exposición e iban a tirarse. «Todos llevan una moldura claveteada para poder atornillar la hembrilla y así colgar el cuadro. Amable lo deja así, incluso las cabezas de los clavos se incorporan a la obra. He respetado todo y he prescindido incluso de ponerles marcos y cristal. Es paradójico que usara un material casi de desecho y realizara una obra exquisita que tal vez es la que mejor encarna el concepto del arte que Amable desarrolló en toda su obra, ese espíritu amabliano que se concentra en la levedad, el gusto por el detalle, la poesía de la imagen y la preponderancia del concepto», explica Sánchez. Fue precisamente la poesía que emana de la obra de Arias la que atrapó a Gonzalo Sánchez la primera vez que vio una exposición suya. Era 1985 y San Telmo dedicó una muestra al artista. «Luego se olvidaron de él», subrayan ambos.
Gonzalo Sánchez no dudó en ponerse en contacto con Maru yendo al banco donde trabajaba ella, y desde entonces es el mejor embajador de su obra, hasta el punto de llevarlo durante cinco años a la feria Arco como único protagonista de su stand. ¿Por qué no interesa la obra de Amable Arias a ningún otro galerista? «Nunca será reconocido como objeto de especulación porque no tiene obra suficiente», afirma Sánchez. Junto a su situación económica, no fue menos decisiva su precaria salud, ya que estuvo enfermo toda su vida, debido a un accidente que sufrió a los 9 años. «Pero eso no se refleja en sus trabajos, que son una inyección de optimismo», recalca.
«Tampoco hay ninguna referencia a la política siendo él tan radical», incide Sánchez. «Tuvo reacciones en contra por criticar el poder; él quería suscitar el pensamiento, la reacción en la gente», apostilla Rizo, quien, frente al olvido de las instituciones, recuerda con orgullo el reconocimiento de los artistas y la gente que lo conocía.
Los ojos de ambos se iluminan. «Es un genio», afirma Sánchez, al tiempo que destaca su escasa formación, suplida por las ganas de aprender. «Fue a la escuela hasta los 9 años y a los 25 decidió que quería ser pintor, sin tener ninguna formación. Logró tener una completa biblioteca en casa, llena de libros de marxismo y de literatura. Es increíble», reconoce.
El periodo creativo mas conocido
X.A.
DONOSTIA
Las obras que se exponen en Donostia corresponden a los años 1974 y 1975. «Es el periodo más conocido de la obra de Amable y probablemente el que más se identifica con una determinada manera de representación explica Sánchez. Es el momento en que abandona la abstracción porque siente que ha perdido su contenido revolucionario, que ha caído en una postura formalista alejada de lo humano, ajena al dolor, la alegría... indiferente al hombre y a su entorno. Es la hora de volver a la ‘pintura impura’, contamidada de realidad». Fue en esa época cuando el artista se inventa su iconografía para reflejar la realidad cotidiana. Los hombres, las plantas y los animales protagonizan sus dibujos.
«Se inventa un mundo mágico en donde la realidad se transforma por su imaginación y que es lo que nos hace identificar claramente esa época, que se extenderá hasta el final de su vida, como ‘amabliana’», agrega.
Es en ese contexto donde se realizan las obras que se muestran ahora, la mayoría de ellas por primera vez. La muestra se completa con seis óleos sobre lienzo.
Nuevo espacio expositivo en el barrio de Egia
Maru Rizo ha acondicionado un nuevo espacio expositivo en Egia, una lonja de dos plantas que alberga el legado de Amable Arias. Son 300 óleos realizados sobre diversos soportes, incluyendo el cartón y el cristal 250 de ellos pintados sobre lienzo, además de la obra sobre papel. -
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