Maite Soroa
La factura de los elogios
Aprendí de alguien mayor a desconfiar de los aduladores. Y, de entre ellos, a distinguir a los peores. Alfonso Ussia se cuenta en esas filas. Y lo malo es que, entre los adulados, se prodigan quienes no son capaces de distinguir el reconocimiento de la adulación vana. Creo que el de hoy es un caso claro.
Alfonso Ussia, en “La Razón”, recordaba a Garzón que los aplausos de ayer tenían un precio y que, claro, hay que pagarlo: «Siento un gran afecto por la persona de Baltasar Garzón, un enorme respeto por el juez Baltasar Garzón y una considerable preocupación por el político Baltasar Garzón. La persona siempre es la misma, pero el juez y el político se confunden, y el respeto mengua y la preocupación crece. Cuando el juez Garzón deja de serlo o simplemente actúa desde la Justicia con notorio sectarismo es siempre consecuencia de la invasión del Garzón político, que no es el mejor ni mucho menos». Ya se puede empezar a enterar Baltasar.
Decía el ultra Ussia que «Garzón, como juez, fue un baluarte de la lucha limpia y estrictamente judicial del Estado de Derecho contra el terrorismo». Debe de decirlo por desastres jurídicos como el 18/98 y naufragios parecidosŠ Y luego llega la crítica lacerante, la que duele: «pero el Garzón político es un desastre. Su paso por el ministerio del Interior en los peores tiempos de Felipe González no puede interpretarse con seriedad. Cuando consiguió su excedencia en la Audiencia Nacional para convertirse en un reclamado conferenciante internacional, su puesto fue ocupado por el juez Grande-Marlaska, y no se le echó de menos. Vuelto a su sitio, Garzón ha reaparecido en plan político, y se ha sumado al sinuoso, oscuro y probablemente deleznable proyecto de Zapatero, que tanto aparentemente beneficia a ETA y a Batasuna y tanto más perjudica a España y al Estado de Derecho. Garzón ha resignado su condición de juez y se ha puesto a hacer política. La peor noticia». Si Ussia no fuera un falseador de la realidad, habría que pensar que el fanatismo le ha dañado la capacidad de percepción. Garzón beneficia a Batasuna, diceŠ
Desde la obcecación del fanático, Ussia les cuenta a quienes leen “La Razón” que «Garzón es ahora el de los permisos. Autoriza a los representantes de una organización ilegal a organizar actos y expresarse en público en actos convocados con contundente chulería». Franco también creía que los rojos eran unos chulos que querían votar o expresarse. ¿Encuentran diferencias? Yo, no. - msoroagara.net
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