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Gara > Idatzia > Jendartea 2006-08-16
Bacterias a 5.000 metros de profundidad
En uno de esos sorbos de agua con los que, a traición, el agua del mar nos sorprende mientras nos bañamos en la playa alberga millones de bacterias, además de una diversidad enorme de microorganismos. Un grupo internacional de investigadores, entre ellos un alavés, acaba de echar por tierra las cifras de microorganismos diferentes que se suponía viven en las profundidades oceánicas, multiplicando el número hasta por cien veces. La mayoría son desconocidos para la ciencia, pero nadie duda de su papel en el ecosistema o en el control de los procesos climáticos.

GASTEIZ

Al mismo tiempo que décadas atrás comenzaba la puja por ser el primero en alcanzar el suelo lunar, Jacques Piccard y Don Walsh fueron en 1960 los primeros en descender hasta los 11.000 metros de profundidad del que, sabemos hasta ahora, es el lugar más al fondo de la superficie del mar, la Fosa Mariana. Para hacerse una idea de lo que aquel reto supuso, basta echar mano de los números: todo lo que se se encuentra a 200 metros por debajo de la superficie es considerado «mar profundo» y teniendo en cuenta que la fuerza de los rayos solares no llega más allá de los 1.000 metros, no es de extrañar que apenas se hayan explorado en casi medio siglo unos 10 kilómetros cuadrados de los 300 millones que tienen los lechos marinos. Quizá por eso mismo nadie más ha vuelto a descender a la Fosa Mariana y sobre el polvo de la Luna han caminado ya una docena de seres humanos.

Esta explicación quizá sirva para que no resulten tan extraños los nuevos datos publicados en torno a un ambicioso proyecto internacional bautizado como Censo de la Vida Marina y en el que más de 1.700 científicos de 73 países tratan de dibujar para 2010 el primer mapa lo más completo posible sobre los seres que pueblan el mar hasta los 5.000 metros de profundidad. Y entre ellos, hay algunos científicos vascos, como el profesor de Biología de la UPV-EHU José Ignacio Sáiz-Salinas ­quien ya relató el año pasado en estas mismas páginas su búsqueda de vermes en los fondos antárticos­. El otro, el gasteiztarra Jesús Mari Arrieta, acaba de hacer públicos junto a otros colegas en la revista ‘‘Proceedings’’, de la Academia Nacional de Ciencias de EEUU, los sorprendentes resultados sobre el ingente número de bacterias que pueblan esas aguas profundas: Si hasta ahora se calculaba que había alrededor de 500.000 especies de estos microorganismos, el estudio coloca ahora esta cifra entre los 5 y 10 millones. El responsable del proyecto, el director del Centro Josephine Bay Paul de Biología Molecular Comparativa y Evolución, Mitchell Sogin, señaló hace unos días que el descubrimiento de esta riqueza biológica constituye una «rara biosfera» en el fondo de los océanos.

El equipo de Sogin, que incluye otros siete científicos de Estados Unidos y Holanda, así como al vasco Jesús Mari Arrieta, fue capaz de recuperar 20.000 microbios de un solo litro de agua de mar, «cuando esperábamos sólo de 1.000 a 3.000».

Las muestras fueron recogidas a profundidades de 550 a 4.100 metros en ocho puntos del Atlántico (entre Groenlandia e Irlanda) y el Pacífico (incluido uno en la proximidades de un volcán submarino a 480 kilómetros de la costa de Oregón).

Sogin explicó que la importancia del descubrimiento radica en que el 90 y el 98% de la biomasa de la vida del océano (el peso de todos los organismos vivos) está formada por microorganismos.

Es decir, si se separasen todos los organismos vivos que habitan el océano, los microbios constituirían la inmensa mayoría del peso, mientras que peces, mamíferos y otras especies animales y vegetales sólo sumarían entre un 2 y un 10% de la masa.

Sogin apunta a otro dato para resaltar la importancia del descubrimiento. «Durante más del 80% de la historia de la Tierra, los microbios fueron la única forma de vida en el planeta. Ellos han sido los responsables de los grandes cambios que han permitido la aparición de formas de vida superiores», dijo Sogin. «Los microbios pueden vivir sin nosotros, pero nosotros no podemos vivir sin ellos», añadió.

Los científicos consideran que es fundamental comprender el papel de estos microorganismos, que han sobrevivido durante largos periodos en la evolución.

Uno de los datos más intrigantes es que la mayoría de los organismos nuevos descubiertos por el equipo de científicos son microbios de escasa abundancia. «Es posible que estos raros organismos están presentes en elevados números en algunos puntos y su escasa abundancia en otros lugares es consecuencia de difusión y dispersión», dijo Sogin.

Pero los científicos consideran que son elementos fundamentales en los ecosistemas marinos y apuntan a dos posibles papeles. Uno es que son elementos claves de la vida, a pesar de sus reducidos números, al producir, por ejemplo, componentes esenciales para otras formas de vida multicelulares.

La otra explicación es que estos organismos tienen menos competición biológica y pueden existir en todos los océanos. Si los cambios medioambientales imposibilitan el crecimiento de otros organismos, los integrantes de esta «rara biosfera» asumen un papel más importante en el ecosistema.


 
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