Jesús Mari ARRIETA | Biólogo del CSIC
«Sabemos ya que están ahí, pero no lo que hacen»
La investigación ahora publicada fue realizada por un grupo de científicos, entre ellos investigadores del Royal Netherlands Institut of Sea Research, donde este gasteiztarra de 37 años trabajó durante siete. En 2005 se integró en el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, en Esporles (Mallorca), perteneciente al Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), donde desarrolla su actividad de biólogo.
Respuesta
Buscar microorganismos por el ancho océano, a miles de kilómetros de profundidad... ¿No les produce una cierta sensación de verse superados?
Lo cierto es que nosotros lo llevamos con mucha paciencia, porque es un trabajo que lleva muchas frustraciones ya que hay muchas cosas que simplemente no se pueden hacer todavía. Llegas hasta un punto y no puedes ir más allá, es decir, te tienes que plantar. De momento nos conformamos con saber que están ahí y hacer un censo. Para ir más allá hay que probar cosas nuevas y la mayoría de las veces no salen bien. Hasta ahora se estimaba que en todo el océano había un millón de tipos diferentes de microorganismos, y ahora la nueva estimación nos daría entre 5 y 10 millones. Saber lo que hace cada uno de estos microorganismos es un trabajo intratable hoy por hoy.
Hay quien afirma que este siglo XXI será el del descubrimiento del mar. ¿Cómo es posible que sepamos tan poco?
En el mar, la microbiología se empezó en los años setenta, cuando se descubrieron los elevados números de bacterias en el agua del mar. Al principio no se podía hacer mucho más que contarlas. Luego, se empezó a medir su actividad. A partir de ahí se fue viendo que cumplían un papel importante en el ecosistema, que tienen importancia en el control del clima, en los procesos de reciclaje. Pero sólo se veían números, porque incluso al microscopio no se aprecian grandes diferencias entre especies diferentes. Luego se empezó a ver que había tipos diferentes y según han avanzado las técnicas se han ido encontrando más diferentes tipos.
En los últimos estudios se calculaba que habría alrededor de varios cientos o miles de especies diferentes en un litro de agua, y lo que hicimos nosotros es afinar un poco más con las nuevas técnicas, más sensibles y económicas, y la sorpresa ha sido que el número era de entre 10 y 100 veces mayor de lo esperado.
¿Su trabajo acaba ahí, en conocer el número de microorganismos que pueblan esos fondos marinos?
La idea de este Censo de la Vida Marina, el proyecto al que pertenecemos, es ver qué hay allí, hacer un censo es el primer paso, porque es imposible saber cómo funcionan sin saber quién está ahí. Lo que estamos haciendo es algo muy modesto. Se habla mucho de la exploración espacial, cuando realmente tenemos un espacio interior ahí abajo que está inexplorado. Ahora queremos aplicar esto en más sitios diferentes, porque con ocho muestras tampoco podemos explicar el mundo. Por ahora hemos detectado una especie de firma de que están ahí, pero no sabemos nada más sobre ellos. Se sabe muy poco de lo que hacen y eso abre un campo de trabajo enorme.
¿Y por qué es tan importante descubrir qué hacen?
Una de las cosas que vemos en estos resultados es que hay unos pocos tipos que dominan cada muestra y que la mayoría de estos microorganismos están en una presencia bajísima, es decir, hay muy pocos de cada. Esto nos sugiere que esos tipos poco abundantes tienen una función como de un seguro de vida del sistema, de forma que si las condiciones climáticas cambiaran de forma drástica, ahí hay unos tipos que igual hoy no son importantes pero que pueden ser quienes reaccionen en el futuro a una perturbación o un cambio.
Cada vez está más claro que nos enfrentamos a un cambio climático y los microorganismos que dominarán los océanos en el futuro están probablemente entre estos tipos minoritarios. Por otra parte, la mayoría son desconocidos y algunos podrían tener propiedades biotecnológicas o farmacéuticas. -
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