Maite Soroa
Inventarse los rumores
Cuando ya no se sabe qué argumentar en el debate político y periodístico, es fácil caer en el juego simplón de inventar un culebrón, atribuirlo a un rumor de origen desconocido y, a partir de ahí, volver a presentar el artículo de la semana anterior con nuevo ropaje. Cada vez se dan más casos.Ayer, en “El Mundo”, Isabel San Sebastián nos contaba la que sigue: «Circula por ciertos mentideros próximos a ETA un rumor inquietante, que ha llegado a oídos de los que escuchan a uno y otro lado de la frontera jugándose la vida en el empeño. Un runrún que habla de mucho dinero procedente del bolsillo de los contribuyentes, pagado a un miembro de la banda por liquidar (física o metafóricamente) a un compañero y desbrozar con ello el camino de la negociación con el Gobierno. Un chisme según el cual en el origen de las conversaciones estarían, por una parte, los fondos reservados manejados por personajes acostumbrados a disponer de ellos con total libertad, y, por otra, el deseo de impunidad y enriquecimiento de un influyente cabecilla etarra ya veterano y con familia manchada de sangre inocente». Luego tiene que dar explicaciones, claro: «Es un rumor, sólo un rumor por el momento, que no hace sino enconar el enfrentamiento existente en el seno de la organización terrorista entre los partidarios de aceptar la oferta de Zapatero, acogiéndose a su paz, y los que prefieren seguir el ejemplo de Iñaki Bilbao». Como no puede aportar un solo dato de que lo que dice se parezca un ápice a la verdad, San Sebastián huye hacia adelante: «Unos y otros tienen las espadas en alto. La unidad de la que se habla desde Moncloa es sencillamente inexistente. Una mentira más de las muchas que nos han contado respecto de este turbio asunto. En ETA siempre ha habido división de opiniones en torno al proceso, lo que ha llevado a impulsar desde Madrid los esfuerzos del sector proclive al pacto, aun a costa de hacer cosas inconfesables en un Estado de Derecho». Y ya, en plena confusión, nos revela que «los terroristas que andan sueltos coinciden con muchos de los presos en poner el listón de sus exigencias más alto todavía de lo que el presidente está dispuesto a entregar». En ese caso, ¿quiénes y cuántos son los que están a favor del proceso? ¿Unos pocos? Si no «andan sueltos», ¿dónde están? Total, otra milonga del final del verano. Veremos más. - msoroa@gara.net
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