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Gara > Idatzia > Ekonomia 2006-09-24
«El problema de la temporalidad se debe resolver dentro de las empresas»
Josu Onaindi, máximo responsable de CCOO de Euskadi, afirma con rotundidad que la reforma laboral, que su sindicato firmó en Madrid con empresarios y Gobierno español, no recortará la temporalidad hasta los niveles de la Unión Europea. Descarga esa responsabilidad en la reivindicación de cada comité de empresa. Para las elecciones sindicales, espera recortar la diferencia «con el mayor sindicato vasco».

Las elecciones sindicales, la salud laboral y la negociación colectiva son los retos de CCOO de Euskadi. Josu Onaindi admite que las 35 horas ya no son un elemento prioritario y mantiene dudas sobre si la última reforma laboral tendrá un efecto claro en la reducción de la temporalidad, porque entiende que no sólo con leyes se reduce, sino que se debe insistir en cada empresa para que «los empresarios no sigan engordando sus bolsillos».

­¿Qué espera de las elecciones sindicales?

Tenemos una representatividad del 20%. Hemos sido el sindicato que más ha crecido. Es una respuesta al trabajo que hemos desarrollado. CCOO ha marcado una dinámica en temas tan importantes como son la salud laboral y el modelo de negociación colectiva frente a otros modelos que pretendían individualizar las relaciones laborales y romper con la negociación colectiva sectorial.

­¿Habrá cambios en el mapa sindical en representatividad?

Es difícil, pero se debe remarcar la tendencia de crecimiento. Aspiramos a mantener lo que CCOO ha representado en Euskadi en la historia del movimiento sindical vasco.

­¿Hasta dónde debe llegar?

Por lo menos a disminuir la diferencia con el sindicato mayoritario y, por lo tanto, a ampliar la representación en sectores donde todavía no estamos.

­¿Es difícil llegar a un acuerdo entre los cuatro sindicatos más representativos?

Es difícil. Muchas veces en Euskadi priman los componentes de carácter político sobre los sociolaborales. Eso hace difícil que la unidad sindical pueda avanzar. Creo que hay unos mínimos a los que el movimiento sindical nunca puede renunciar como la salud laboral y las revindicaciones sociolaborales. Otra cosa es que unos sindicatos están más condicionados por los debates de carácter más político que sindical. El movimiento sindical no puede perder la referencia de la unidad, que no puede construirse en abstracto, sino sobre temas concretos.

­En salud laboral, ¿sobre qué base se debe trabajar?

Es sencillo. No hay ningún componente de carácter sociopolítico que condicione el acuerdo sindical. Ahora bien, si introducimos otros matices sobre otro tipo de cosas, estaremos propiciando el desacuerdo. Un objetivo clave en este área de trabajo es que desaparezcan los accidentes laborales. Puede ser una quimera, pero tenemos que trabajar para que la salud laboral sea asumida por los trabajadores como un tema fundamental; que los empresarios sean conscientes de que no vamos a permitir que se juegue con la vida de los trabajadores. A la vez, la Administración debe ejercer el papel que tiene de ser garante de las condiciones de seguridad; por lo tanto, tendrá que tener a su servicio los inspectores de trabajo, Osalan y lo que sea necesario.

­¿Se tiene que enviar a la cárcel a quien incumple la ley de prevención de riesgos, como se ha sentenciado en Madrid?

Por ahí, por desgracia, va a tener que aparecer la solución. Una fiscal de Euskadi hablaba recientemente de que los empresarios tienen que ser conscientes que hay medidas coercitivas y medidas de cárcel, que les tienen que obligar a pensar que el problema de salud laboral no es menor, sino fundamental, porque está en juego la vida de las personas.

­Teniendo unas premisas similares los cuatro sindicatos, ¿por qué no se llega a un acuerdo?

Se anteponen otro tipo de debates sociopolíticos. En un comité de empresa o en una empresa si se prioriza sobre la salud de los trabajadores, no hay problemas, pero cuando el mismo se lleva a otros ámbitos se introducen otra serie de cuestiones que impiden el acuerdo, porque se quiere buscar el frentismo frente a la unidad sindical. Espero que el nuevo escenario político modifique ese tema.

­¿Es consciente que esa desunión está beneficiando a los empresarios?

Sí, sí. Está claro. Se les beneficia en la salud laboral y en la negociación colectiva, porque llenan sus bolsillos, sin mayor problema.

­¿Qué plantea CCOO para la negociación colectiva?

Ha habido una estrategia de modificar la estructura de la negociación colectiva que en Euskadi está cimentada, en primer lugar, en el nivel sectorial y, posteriormente, en los pactos de empresa. Se ha intentado ir contra ese modelo. Ha sido un fracaso de quien ha mantenido esa estrategia, porque está llevando a una situación lamentable para los trabajadores y el movimiento sindical. Que haya convenios colectivos desde hace cinco años sin renovar, es un fracaso. También existe una gran responsabilidad por parte de la patronal que se aprovecha de la coyuntura y tiene, como siempre, una visión cortoplacista. No se puede tener un tejido industrial en Euskadi sin tener reguladas las condiciones laborales. Es lamentable.

­¿Las 35 horas no son ya una preferencia para CCOO?

No sé si se han rechazado las 35 horas, lo que sí vamos a reivindicar siempre es la reducción de jornada, sobre todo en colectivos donde todavía estamos hablando de casi 1.800 horas. Con lo cual, hablar de 35 horas ahí es utópico. Otra cosa es en la Administración donde ya existen, pero estamos hablando de los convenios donde el sindicalismo tiene algo que decir y solucionar, como son trabajadores de las pyme, sobre todo del sector Servicios, donde la gente está en condiciones difíciles, con salarios poco por encima del salario mínimo y con amplias jornadas de trabajo.

­Contésteme, ¿las 35 horas siguen siendo un objetivo prioritario para CCOO?

Sí, la disminución de la jornada siempre va a ser un objetivo. Pero tampoco queremos hacer una batalla de eso. Porque, por ejemplo, en el sector de la Construcción igual es más importante reducir la temporalidad y el control de la siniestralidad, que una disminución importante de la jornada.

­Hace unos pocos años, las 35 horas fueron el eje fundamental de los sindicatos

Sí, pero ligado a la creación de empleo.

­¿Se está diluyendo esa reivindicación?

No creo que se haya perdido. Al final, son estigmas de la negociación colectiva que se ponen, pero según avanza, mejora. Hay que entrar en los nuevos sectores, donde no hay garantías para los trabajadores.

­¿Se aprovechan los empresarios de los nuevos empleados?

Tienen un afán desmesurado de engordar los bolsillos y lo que buscan son, permanentemente, fórmulas alternativas para evitar cumplir la legislación. Cuando el movimiento sindical fue capaz de regular las condiciones laborales en las ETT, inmediatamente pusieron en marcha las empresas de servicios, que están fuera de una regulación de los convenios colectivos. El movimiento sindical tiene que ir cerrando esas posibilidades a los empresarios y garantizar las condiciones de vida y empleos dignos.

­Si no hay convenios, ¿cómo se hace?

Es difícil.

­¿Se va a terminar con la temporalidad con la reforma laboral? ¿Se reducirá la tasa de temporalidad hasta los niveles medios de la UE?

No soy tan iluso de creer que se va a terminar, ni bajar en dos días veintitantos puntos para estar equiparados a la Unión Europea. Lo que hemos hecho es intentar poner los medios para evitar, de alguna forma, que la temporalidad vaya incrementándose. Creemos que la reforma laboral pone las bases para generar un nuevo modelo productivo y, por lo tanto, un nuevo modelo de contratación. En este país el empresario está muy acostumbrado a vivir de la subvención a la contratación. Con la reforma se trata de que tenga claro que una empresa con estabilidad en el empleo es más productiva y puede estar mejor en el mercado. Una empresa con mayor precariedad, viviendo permanentemente de las prestaciones del Estado a la contratación, es una empresa sin futuro.

­Es un argumento teórico que no tiene continuidad en la práctica, como usted sabe

Es muy difícil hacer entender a la clase empresarial eso. Es lo mismo que pasa con la negociación colectiva.

­Sí, pero usted mismo reconoce que las empresas buscan subterfugios para saltarse la legislación, como ocurrió con las ETT. ¿No pasará los mismo con la reforma laboral?

La legislación para el movimiento sindical es una salvaguarda, no es la solución. El movimiento sindical tiene que ser capaz, en el ámbito de la empresa y del sector, de pactar las condiciones laborales y regular las mismas. La normativa laboral lo que hace es tener un carácter garantista y nada más. Luego, todos sabemos las dificultades que tienen los procedimientos judiciales, su cumplimiento y todo este tipo de cosas. El movimiento sindical tiene que llevar ese tipo de revindicaciones sobre la organización y la calidad en el trabajo al debate en el comité de empresa. No puede ser que haya empresas con un volumen del 30%, 40% y 50% de eventualidad. No es un problema legislativo, sino de acción sindical.

­¿Se va a seguir produciendo una alta temporalidad?

Sí, pero será responsabilidad de los trabajadores, no de la normativa. Será de la capacidad sindical y del trabajo de los sindicatos en cada empresa.

­Quiere decir que, si no baja la temporalidad, es culpa de los trabajadores

No. Yo no he dicho eso. Lo que quiero decir, es que en el ámbito del trabajo sindical hay una actividad que regula la legislación, pero que no es la solución a los problemas de los trabajadores. La legislación puede decir lo que sea, pero si tú en el ámbito de la empresa tienes un 50%, 40%, 30% o un 20% de temporalidad, la legislación dirá lo que diga, pero tendrás que pelear para reducirla.

­¿Han suspendido los sindicatos en este tema?

En algunos casos. En todos no, porque la temporalidad mayoritaria está en la pequeña empresa, donde la representatividad sindical no es determinante.

­Pero todavía el 92% de los contratos son temporales. Es un nivel muy alto

Lo que quiero decir es que la legislación en el ámbito de la actividad sindical tiene un papel, y el trabajo sindical en el ámbito de la empresa tiene otro, tan importante o más que ése. Es decir, tu puedes legislar lo que puedes legislar. No podemos pensar que la solución del trabajo sindical está en la legislación, sino que hay que desarrollar un trabajo en las empresas de cara a conseguir mejoras en las condiciones de trabajo. La temporalidad no va a caer de la noche a la mañana. Mucho dependerá de todos nosotros. -



«La Administración vasca no tiene sensibilidad social»
Onaindi es crítico con las administraciones públicas en cuestión de deslocalización, porque sostiene que «sólo defienden a los empresarios».

¿Qué opina del papel de la Administración en la marcha de multinacionales como Reckitt?

Desde el primer momento el Gobierno vasco ha dicho que no había nada que hacer. Una Administración que admite que el capital puede imponer las condiciones y no tiene ningún tipo de papel a la hora de controlar socialmente lo que representan para una zona, un país y un entorno es una Administración que no tiene ningún tipo de sensibilidad. Si acepta que un empresario puede marcharse a otro país y dejar a 200 trabajadores en la calle sin ningún tipo de empleo, quiere decir que no tiene ninguna sensibilidad social ni sabe lo que es el mundo del trabajo.

­¿Le pilla de improviso?

No. Porque en algún debate que hemos tenido con este tipo de cosas hemos notado una Administración muy poco sensibilizada. Cuando discutimos el Plan de Competitividad, que presentó, uno de los debates que tuvimos con Industria fue cómo entendían la competitividad, y les dijimos que no es un problema de rentabilidad exclusiva para los empresarios, sino de conformar un tejido industrial, unas relaciones laborales, una formación continua y un impulso de la innovación.

­¿Qué le pide al Gobierno de Lakua?

Que los problemas de carácter social y laboral estén encima de la mesa. Nos parece bien que se discuta de la pacificación y de normalización política, pero en Euskadi hay más problemas a los que no se les está dando salida. -


 
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